viernes, 23 de septiembre de 2016

SERIE DE DIEZ ( " AUSENCIA INJUSTIFICADA" )

La ausencia siempre ha sido una y más allá de cualquier circunstancia; ha ido acompañada de algún que otro dolor. La pena de no estar, la tristeza de faltar y la ansiedad por la llegada que no sucedió. Todas las ausencias son tragos amargos que en algún momento uno puede digerir para empezar a comprender. Al entendimiento se le pone cara de alegría y a la falta, una sonrisa y un te quiero. Ahora bien; si la ausencia tiene apellido; todo cambia de lugar. La ausencia justificada ,dicen algunos, la ausencia  injustificada, expresan otros. En el caso de tener razones( porque la ausencia siempre las tiene) solo hay que empuñar bien el lápiz y esgrimir algunos puntos que la sostengan. Sí. La ausencia se sostiene. Si  en cambio, la ausencia es injustificada, ahí las cosas pueden complicarse. Ausencia. El punto es ése. Estar ausente; con o sin motivos, es no estar. No estar con o sin justificativo, es estar ausente. Toda esta nueva moda de dejar que las cosas fluyan y vivir todo lo que se siente; no va con la ausencia. La ausencia no fluye ni se siente. La ausencia duele y por mas que uno se empecine en intentar justificarla; no habrá razones suficientes que logren explicarla. Así que bien atentos por la mañana que si hay ausencias, en la tarde y en la cancha; se dará la cara y se expondrá el motivo. Ausencia, dulce y apasionada dama del misterio; no expliques nada que ya la noche te dará una idea y el mañana una sanción.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Fragmento de "LA PUERTA"

"La puerta volvió a cerrarse y las dos horas que faltaban envolvieron mis ojos en un sueño liviano.Mis ojos, iguales a los de papá.
Siempre me sentí parecida a papá .Me veía reflejada en su timidez. Seguía sus pasos de cerca.Lo seguía a papá.Cuando trabajé en el diario con él, pude entender que no solo estaba eligiendo mi forma de vida, sino que también estaba yo recuperando el tiempo que me había faltado a su lado.Muchas veces lo había buscado, mas allá de los viajes que hacía con mamá a Buenos Aires para verlo , mas allá de sus regalos que yo me llevaba feliz a Río Cuarto. Yo volvía a la casa de mis abuelos, donde vivía,y pasaba varios días contándole a abuelo cómo era papá. Recuerdo un día, en un modo especial,con el que jugando a ser periodista,grabé mi primer entrevista, a los pies de la cama de abuelo. Alcides no mostraba mucha alegría cuando yo le hablaba de papá.Yo era la debilidad de mi abuelo.Yo vivía con él. Papá vivía en Buenos Aires. Por esos días yo no entendía por qué abuelo no se entusiasmaba ni se ponía contento cuando le hablaba de Papá, ni cuando le decía que yo también iba a ser periodista. Cuando pasaron algunos años y abuelo se enfermó ,yo estaba a su lado y lo acompañaba con un bastón al baño. Con lo que implicaba que abuelo se dejara ver asÍ, él me dejaba que lo acompañara. El día en el que abuelo murió ,papá viajó desde Buenos Aires. Estaba triste papá ese día. Hoy, entre sus escritos, veo una novela que papá escribió y me río al leer el nombre de abuelo, como personaje principal. Hoy también, recuerdo la vereda de mi casa, el escalón desde el que yo me sentaba a ver el recorrido de mi barquito de papel, por esa calle inundada. Yo le escribía cartas a papá. Me desesperaba no recibir las suyas. Me causaba mucha ansiedad, años mas tarde, no poder encontrarlo. Aún hoy, ese sentimiento persiste en mi. La búsqueda y el silencio a esa búsqueda, me nubla la vista. Leo ahora un mail que me escribió papá y le contesto.Ya no está para volver a escribirme. Es una ansiedad diferente, la que hoy siento. Quizá por eso escriba. Tal vez este sea el lugar en donde ya no busco ni espero respuestas"

martes, 13 de septiembre de 2016

SEGUNDA SERIE DE DIEZ ( " MALDITAS MEDIAS GRISES")

Tengo un par de medias que son grises y son mis preferidas. Las elijo para los días fríos y las cuido mucho para no perderlas. Cada tanto compro otros pares que son mas nuevos y se les parecen bastante. Luego entiendo que las medias por más que se vean todas iguales, no lo son. A veces, por las mañanas, pienso que si no las encuentro donde siempre las guardo; debe ser por algo. No insisto mucho. El tiempo de la búsqueda es breve y si no están a mano, asunto cerrado. Hoy sucedió algo extraño en esa media hora en la que quise encontrar mis medias. Todo parecía ir bien hasta que en el rincón del cajón donde siempre están, estaban otras; negras. Moví algunas remeras pensando en que podrían estar ahí escondidas y después de unos minutos de lograr desordenar todo, me di por vencida. Puse a calentar el agua, caminé en puntas de pié por el pasillo y sigilosamente volví a entrar en mi cuarto para volver a abrir el cajón y no encontrarlas. Dudé de haberlas guardado ahí y las busqué también en el ropero, donde de antemano ya sabía que no iban a estar. Todo el resto de las cosas que hago en ese breve tiempo antes de salir de casa, las hice muy apurada. Finalmente terminé poniéndome otro par que parecía indicado para los pocos grados que anunciaba alguien en la radio, y con la luz apagada. Ahora, que ya pasó la mañana y la tarde y está entrando la noche: pienso que mis amigas grises sabían que iba a necesitarlas. Se escondieron y dejaron que me pusiera ese par que nunca fue par. Sabían que en mi apuro por encontrarlas, yo iba a elegir exactamente el par de las que no tienen par. Una negra y otra blanca. Lo se ahora que estoy sentada frente al cajón de las medias y las muy graciosas están ahí, como si nadie las hubiera buscado.Como si hubieran sabido,las malditas, que a mitad de la mañana yo iba a tener que poner los pies en alto y las botas al costado de la camilla.

sábado, 10 de septiembre de 2016

SE ME HA PERDIDO UN DÍA

Busco entre las cosas, mis cosas, algo que siento perdido. No es algo que usé en algún invierno ni que estrené en un verano. Es simplemente aquello que me acompañaba desde siempre. Un siempre que empezó un día y es ahora el día que ya no encuentro. Intento encontrarlo en el calendario, donde los meses y los días, tienen todos un dueño. Eso es. Dueña era de una hora y de un día que quizá fue un martes. No quería saber, porque saber implica entender que aquello que antes era una certeza, cambia y deja de serlo. No quería conocer, porque conocer es desdibujar el tiempo que creía conocido. Supe y conocí que la verdad a veces viene con un dolor guardado. Ahora que se y conozco el día y el mes de las verdades, no puedo reconocerlo en el año. Doy una y mil vueltas a las hojas del almanaque que cuelga de la pared y no logro encontrarlo. Se me ha perdido un día. Ya no puedo detenerme en esa primavera ni recibir al invierno. No es mío ahora el momento y el instante que antes me pertenecía.Quizá mañana, tal vez en  otro día que pronto llegue; pueda marcar una hoja con la hora exacta del día que es ahora mío.

jueves, 8 de septiembre de 2016

"DIONISIANO EN ESCENA"(TEATRO DE MARIONETAS-primera función)

Bajó del atillo y está a instantes de entrar en escena. Las luces reflejan en la guitarra, apoyada sobre la única silla que hay en el escenario. Dionisiano va a mover sus hilos para despertar otra vez el asombro.  El ruido de las butacas y el tiempo que marca el reloj al dar las seis, son los sonidos que lo preparan  para que arranque la función. Elena le acomoda los hilos que asoman por el traje y a la cuenta de tres, todo el escenario enciende sus luces. La mirada de Dionisiano recorre detenidamente cada una de las personas que allí están. Toma la guitarra, se acerca al micrófono y la magia comienza a vibrar en el piso de madera. Su voz tararea el pasado y su mano izquierda puntea el presente. Dionisiano lleva un sombrero gris que le cubre la memoria y le hace sombra a sus ojos que han cambiado el color. Elena le hace señas detrás del cortinado de pana, para que levante su mirada. Al segundo acorde, los aplausos retumban en un nuevo eco que le devuelve la felicidad escondida en el estuche de su guitarra. Dionisiano, dulce Dionisiano; es tu tiempo y es la paz.

lunes, 5 de septiembre de 2016

FRAGMENTO ( "LA MISMA HORA")

"...es una buena decisión. Tenía que ordenar de una vez por todas el ropero. La mañana, tal vez empiece diferente cuando pueda encontrar lo que busco. No voy a poner la ropa en bolsas transparentes. Solo poder ver todo doblado en su justa mitad, ya estará bien. Aunque no todo va doblado, hay cosas que voy a colgar y otras que quedarán en el estante de arriba. Me cuesta llegar a ese lugar. Se vuelve lejano el verano que duerme el tiempo en el que mi ropa tenía otras arrugas. No las puedo planchar. Sus marcas son mi pasado.
Dudo acerca del supuesto orden que pretendo encontrar. Es nueva la sensación que percibo entre las manos. El año pasado y en otros años que también pasaron, al organizar me sentía bien. Encontraba la calma de saber que era eso lo que necesitaba. Ahora, que todo vuelve a estar apilado, no encuentro la camisa gris que tenía doce botones chiquitos. No la regalé ni la olvidé en un viaje.No podría haberla regalado ni mucho menos haberla olvidado.Me agito y busco la escalera blanca. Quiero encontrarla. Detrás de la camisa estaba mi espalda..."