viernes, 8 de noviembre de 2019

Una canasta y un viaje

Desde hace unos días se me  asoma la imágen de una canasta de mimbre. La veo de a ratos, con dos tapas y una manija en el centro. Se me ocurrió pensar, dada la insistencia de esa idea ,en qué cosas llevaría ahí dentro; pero más aún supe que esa canasta implicaba un viaje. Me entusiasmó la sorpresa y el lugar al que iría, solo por un rato.
Puse a hervir dos alcauciles, guardé aceite y vinagre en los frascos y los tapé. Inmediatamente busqué un libro y un cuaderno con las hojas en blanco. Fui acomodando cada cosa sobre la mesa como si supiera todo lo que iba a necesitar para ese viaje en el que no había pasajes ni boletos. Busqué un par de vasos,puse agua fresca en mi botella de vidrio y sal marina en un sobre . Salí al jardín, corté unas hojas  y unos jazmines. Preparé un ramo y lo até con una cinta que tejí en telar. Me sorprendieron los aromas y recordé su voz. Dicen por ahí que los recuerdos solo son imágenes y que las voces suelen olvidarse con el paso del tiempo. Volví a concentrarme en la canasta y en mí viaje. Guardé una foto dentro del libro y una vela.
Bajé las tapas de la canasta que sigo imaginando y salí a caminar.