jueves, 23 de abril de 2020

Conversación con el grillo

He decidido hablar con el grillo.No solo eso, estoy dispuesta a escucharlo. Las noches han empezado a ser mas largas que de costumbre. Nunca tuve un reloj en la cocina, pero por lo que puedo mirar por la ventana, la luna sigue en el mismo lugar que hace un rato;cuando tomé esta decisión. No estoy segura de que el grillo sea el mismo que estaba ayer,pero creo tener la certeza de estar reconociendo su voz asi que no voy  darle mas vueltas al asunto. Voy a conversar con él suponiendo que sabe quien soy y que no ha olvidado las cosas que le dije alguna vez.
A veces me altera su insistencia sin siquiera permitirme decir una palabra; en cambio por momentos, cuando calla, lo busco intentando retormar la conversación. Es mucho mas que una compañía. Me atrevería a decir que es parte de la casa. Me distrae el reflejo de la luna en el termo plateado y en este instante en el que capaz haya pasado la medianoche, noto que ha callado. Es mi turno. No puedo perder la oportnidad de decirle lo que quiero. Odio creer en que el tren no pasa dos veces pero quizá haya algo de cierto en esa maldita frase y esta sea la ocasión para hablar de una buena vez. Lo sabía. Ha vuelto a hacer de las suyas. Tendré que ser mas astuta, cuando vuelva el silencio. No me gustan las trampas pero no me queda mas remedio que recurrir a ellas, si es que vuelve a callar, el muy ruidoso.
En estos últimos días todo está muy extraño en la casa. No me parecería raro que ya nunca mas vuelva el silencio. Por la tarde, sentada en la galería, hasta los pájaros,que siempre están en el jardín, habían fugado. No se qué es lo que está pasando pero algo sucede y el grillo debe saberlo. Siempre hace lo mismo. Cuando no deja que le hable es porque algo me está ocultando. No importa. Tengo tiempo. La luna sigue, tal vez un poco mas a la izquierda, pero sigue y estoy segura que antes del amanecer, el muy insistente, se va a cansar. Tiene que dormir en algún momento y espero poder decirle algo antes de que se ponga a soñar. No quiero ni imaginar sus ronquidos. No los voy a tolerar.
Si no es hoy, será mañana. No voy a poner música para no escucharlo. Lo voy a dejar. Tiene que hacer lo que quiere, siempre que eso no implique que yo calle y lo escuche, sin siquiera pestañear. Eso no sucederá. Me extraña que no se canse,  aunque a veces lo entiendo. Se insiste hasta el último aliento.
Por un momento pensé que la luna había desaparecido, pero no. Es una nube traicionera que solo me confundió. El grillo tiene todo controlado. Quiere distraerme pero no lo logrará. Sigue y sigue, insiste y persevera. Yo también sigo firme y aunque lo crea imposible, ya me escuchará.