martes, 29 de diciembre de 2015

OJOS CLAROS

Alicia tiene los ojos claros. No tienen un solo color. Durante este año la he visto más de una vez en cada mes. Todas esas veces sus ojos han tenido colores diferentes. No así su mirada, que siempre parece detenida en el pasado. Me pregunto porqué los colores pueden cambiar tanto, aún mirando igual. La conozco desde hace muchos años, Alicia se quedaba mirando el arco iris hasta que sus colores se confundían con el celeste. La miro y pienso en aquellos días de infancia y colores. Jugábamos a saltar el elástico y también cantábamos canciones. Hacíamos bolsitas de género con arena para jugar a la payana. Las escondidas y la mancha. La siesta y el verano en el patio. Alicia es la misma que antes. Sus ojos siguen siendo claros y siempre van a cambiar de color.

martes, 22 de diciembre de 2015

MARIPOSAS BLANCAS

El jardín está verde, mucho más verde que otras tardes. El sol refleja diferente sobre el cantero. En las flores se van posando las mariposas blancas. No puedo contar cuántas son. Miro el árbol y ahí están, dejando huellas en las ramas. Sigilosas en los movimientos, simulan ser dos y aparecen cuatro en las hojas. Sus alas grandes se vuelven pequeñas al quererlas retener con la mirada. No imagino ni siquiera en un sueño,  la posibilidad de detenerlas por un instante. Cae el sol y no hay prisa ni huida. Cierro los ojos y recuerdo la cala blanca de aquel domingo de octubre.

viernes, 18 de diciembre de 2015

SUEÑOS IMPACIENTES

Hay palabras que navegan por horas en mi mente, luego de escribirlas. Parecen viajar por aguas profundas y quedar a flote allí, donde luego puedo rescatarlas. Se quedan recorriendo mis instantes, temerosas de no poder continuar su recorrido. Ni el viento ni el sol, pueden detenerlas. Intento cuidarlas y protegerlas de esa intemperie en la que han vivido libres. Retenerlas es quitarles en algún modo su libertad. Lucho por darles  alas que las lleven hacia otro tiempo. Mientras dure el brillo que acaricia mis ideas, vivirán aquí. Luego, tendrán colores nuevos para reflejar y sueños impacientes por descubrir.

domingo, 13 de diciembre de 2015

REGALO

Existe un regalo, envuelto en muchos papeles de colores. Las cintas caen hacia los costados de la caja con nudos que parecen fáciles de abrir. Si tirara de una de sus puntas, quizá el papel se desenvolviera y dejara al descubierto la magia de la sorpresa. Lo veo a un costado de la mesa. Parece estar esperando que algunas manos lo abran. Lo miro sorprendida y permanezco quieta ante el asombro.Un solo movimiento de mis dedos lograría develar el misterio que allí imagino oculto. La mirada sigue detenida imaginando. Viaja atravesando los papeles y encuentra la felicidad, sin necesidad de encontrar la certeza.

jueves, 10 de diciembre de 2015

HOY, AYER Y MAÑANA

La memoria se construye desde el hoy. Va atravesando los instantes nuevos, esos que estrenan emociones, para luego ir dejando las semillas que serán del ayer. En el hoy vive aquello que latió en un momento que ya ha fugado, que quizá no pudimos ver. Los pasos van dejando huellas apuradas que no nos detenemos a observar. Quedan las marcas y las sombras construyendo el futuro que inicia sin permiso. Las voces y las risas han quedado guardadas en los recuerdos.  Es ayer ahora, el hoy que pronto será mañana

miércoles, 2 de diciembre de 2015

ELEGIR

Elegir tiene que ver con la posibilidad. Existe, vive y late. Elegir, una y otra vez, a cada instante. En el kiosco y en la florería. Entre un gato y un perro. Se opta, se define un rumbo. Se mira hacia los costados o se emprende un vuelo. No se elige desde la duda. No hay certeza en la elección. Hay un viento suave que guía. Una tormenta que detiene. Un sol que nubla la vista. Elegir es seguir sin rumbo hacia ese lugar en el que la mirada se detiene.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

PAZ

Abro el  blog, del mismo modo en el que tantas veces lo hice antes. Miro las visitas y me detengo en el mapa. Hoy, la mirada es diferente. Los países se ven opacados y hay lágrimas que traspasan la pantalla. Hay tristeza. No hay paz. Hay pérdidas irrecuperables. Vidas que se van y llantos que estallan en los oidos.
Las líneas invisibles delimitando más que nunca las insoslayables diferencias. Me pregunto qué separa a la humanidad. Me cuestiono el porqué de aquello que es inexplicable. El dolor y la desolación. La impotencia y el miedo. Suenan oscuras y sin ecos las palabras. No las encuentro capaces de apaciguar la guerra. Vuelvo a intentar con otras que logren dar una mínima luz ,para que otra vez vuelva la esperanza.

lunes, 9 de noviembre de 2015

RECUERDOS ESTACIONADOS

Hay días y horas en las que los recuerdos quieren quedarse y permanecer latiendo, mas allá del tiempo que sigue pasando. Llegan otros, más nuevos, sin lograr opacar a aquellos que mantienen su brillo intacto. Van reavivándose con cada instante que la aguja del reloj estrena. Van siendo réplicas de inicios pasados y nuevos ecos del ayer, quieto en la memoria. Son meses que se vuelven años y tiempo que se esfuma en la mirada que llevo.Es una voz que sigue sonando en los oidos y repercutiendo en cada día. Es eso y mucho más; es ese instante último y es paz.

martes, 3 de noviembre de 2015

MÁS DE LO QUE VES

Muchas veces no soy eso que ves. Soy más de lo que ves. Solo ves eso que crees que soy y no soy solo eso. Soy más que el momento en el que ves eso que decís que soy. Soy también eso que no ves. Lo que imaginas y no ves, eso soy.  Somos más de aquello que mostramos. Somos mucho más de lo que puede ver una mirada. En el silencio parece quedar oculta la voz y en la oscuridad puede estar la verdad que no ves. La luz puede reflejar una sola parte de eso que vez y decís que soy. Las nubes simulan tapar por instantes la claridad. En esos espacios escondidos, ahí donde es difícil llegar, allí está la que soy y te cuesta ver

sábado, 31 de octubre de 2015

TRES ESPÁRRAGOS

Quedan tres espárragos en el plato gris. Los miro antes de tomarlos con la mano y de golpe, en un instante que detiene la imagen, vuelvo a sonreir. La sal está desparramada en la mesa, demorando el tiempo que se acaba de ir. Unos minutos antes de éste que está sucediendo, la ansiedad hervía en la cacerola, que tapada pretendía ahogar los miedos. El aceite está quieto y espera un nuevo movimiento que desordene las emociones tan prolijas.
Afuera llueve y las flores han guardado el sol. Puedo verlas a través del vidrio en el que resbalan las gotas dormidas. Ya han caido. Se irán después, cuando pase la madrugada y en la mesa solo queden los recuerdos.

jueves, 22 de octubre de 2015

EL MIEDO

Escuché esas palabras y tuve miedo. Me pregunté qué era lo que acabaría y qué sería lo nuevo. El impedimento turba. La imposibilidad asusta. El simple hecho de dejar atrás algo que hasta ayer podía hacer, era el principio de un fin. Tal vez antes, cuando no había nada que lo impidiera, todo aquello no me preocupaba. Hoy puedo ver como un espejismo, a la distancia, logrando alcanzar la acción solo con la mirada .Se fue, se va, sin la posibilidad de recuperarlo. Ya no hay  en la imaginación más que un recuerdo.
El miedo pasa y se transforma lentamente en algo que no puedo definir. No es aceptación y a la vez es entendimiento. Se aleja y vuelve, cada tanto. Es un miedo diferente al que se acaba de ir. Se apodera de mi, me invade y vuelve a dejarme.

martes, 13 de octubre de 2015

NO ALCANZA LA MIRADA

La mirada está detenida en las nubes. Se ha quedado quieta sobre la montaña, allí donde esas nubes parecen acariciarla. El sol, escondido tras ellas, vigila temeroso y aquieta el brillo que pelea por ganar. Es una lucha silenciosa que aún en la quietud logra aturdir los sentidos. El paso del tiempo late en cada parpadeo de la mirada que viaja asombrada. No hay voces ni risas, hay colores que cambian. Es el gris que llama al celeste y lo transforma. Es el verde que se vuelve calma en el río, abajo. La montaña se ve ahora protegida de la tormenta. Las nubes van abrazando su tierra oscura y cubriendo la inmensidad. Ya no alcanza la mirada.

jueves, 8 de octubre de 2015

LA ESPERA

La espera siempre va de la mano de la ilusión. Se espera con alegría y también con dolor. Se transportan los sueños escondidos para amanecer en un día nuevo, con mucho más de aquello que imaginamos. La espera tiene una estrecha relación con el futuro. Nos va anticipando los instantes que aún no han sucedido. Lo hace de un modo silencioso, casi como desafiando la imposibilidad de conocer el mañana. Se espera mientras transcurre el presente. Se espera la noche, la tarde y otra vez el amanecer. Se vuelven siempre nuevos los instantes que esperamos. No hay anticipos en la espera. Son solo sueños que replican en pasos quietos. Habrá tiempo, luego de la espera.

martes, 6 de octubre de 2015

PAZ

Hay instantes en la memoria que aún conservan los colores. Parecen haber viajado en el tiempo, sin perder el brillo que tenían cuando eran presente. Tal como cubren las nubes el sol por un rato, de ese modo han estado al resguardo del olvido. Son momentos que atravesaron nuestra vida en silencio, siendo una constante compañía. Quedaron aferrados a las risas,para volver a vivir en cada nueva alegría. No los imaginaba siendo parte del pasado. Los preservaba quietos en el recuerdo, de toda posible ausencia. Habían quedado latiendo en la inocencia de esos días. Aquellos instantes, recobran nuevamente la fuerza y construyen un puente colgante, donde oscila la paz y aún vive la felicidad.

lunes, 5 de octubre de 2015

EL VALS DE LOS RECUERDOS

Algunas veces me pregunto porqué tengo la necesidad de mantener en constante movimiento mis manos. Los dedos bailan el vals de muchos recuerdos, al escribir un relato. Van tejiendo momentos que logro mantener despiertos, sin quedar en el pasado. Las manos mueven también los tiempos que me han quedado en la memoria. Les dan imagen y sonido a las risas. Las manos construyen mediante palabras, un trampolín que salta incesantemente del ayer al mañana.La mirada va dando saltos aturdidos, buscando recuerdos. Giran las emociones, a la par de cada movimiento que realiza el lápiz que mueve mi mano.A veces se tiñen de colores los instantes revelados y otras tantas, queda en blanco el espacio nuevo.Hay magia escondida entre las letras. Hay alegría y dolor en cada movimiento que nace sin ser dirigido.

FRAGMENTO DE " LA PUERTA"

..." No me había detenido a pensar hasta esa última tarde, en la importancia de esa puerta en mi vida.Cerrada, nos permitía soñar. Abierta, nos daba paz. Reíamos y también llorábamos tras ella.
La puerta de terapia nos dejaba pequeños del otro lado y nos volvía gigantes, al abrirla. Implicaba nuestro paso, cuando estaba bien y se nos cerraba fuerte cuando su vida, la vida de papá, comenzaba a irse.
Esa tarde de octubre, la puerta que se nos cerró para no volverse a abrir, produjo un fuerte cambio en nuestras vidas. Todas aquellas horas en las que combinábamos una guardia permanente y una compañía constante para papá, quedaron vacías.
Victor seguía manejando su bici, pero ya sin la urgencia por llegar a verlo. La camioneta blanca, con fede al volante, ya no estaba estacionada en la calle Conde. Male me llamaba por teléfono y decía "no se qué hacer.Extraño las horas sin dormir". Mora, podía jugar ahora con Ambay.
Los siguientes sábados al último, yo iba a la parada del 93 y me quedaba ahí por unos instantes, pensando en la sensación que recordaba y ya no tenía. Le mandaba un mensaje a Malena, pero ya no escribía " estoy yendo".
Eramos felices, esperando que esa puerta se abriera, a las seis."

sábado, 3 de octubre de 2015

VUELVO A SOÑAR

Tenemos una permanente visión acerca del rumbo que van tomando los días que vivimos. Cada instante se va anteponiendo a otro, en una constante construcción del deseo. En una absoluta simulación de ese futuro que vamos construyendo o al cuál vamos acercándonos. El presente se desdibuja entre los recuerdos y los nuevos anhelos. Se avanza hacia un lugar que no estaba en los sueños. No hay huellas por seguir. Se va transformando el minuto que ocurre ahora. La memoria ha desteñido los colores de la risa pero aún sigue sonando en el rincón del sillón que ya no tengo. Ha quedado la dulzura en las manos, aferrada entre los dedos, al espacio de la felicidad. Suenan dos violines. Los escucho en el altillo. Miro la escalera y empiezo a subir. La música me lleva. Va guiándome hacia un nuevo lugar. Vuelvo a soñar.

jueves, 1 de octubre de 2015

BARANDAS INVISIBLES

Existe un puente para cruzar. Te permite llevar los sueños a la vida misma. Cumplirlos y llegar a fusionarlos con los instantes dibujados. En el camino, un abismo. Al avanzar, la esperanza. Mi puente tiene barandas invisibles y el mismo movimiento va dirigiendo los pasos hacia un espejismo que ya he soñado. Se vuelve real la sensación de vacío. Se intensifica aquello que miro en la distancia. Se envuelven  los pasos con  las miradas, en un movimiento leve y ondulante. No es el puente, son los recuerdos. Se acercan y vuelven a alejarse. Se estacionan en la mitad del recorrido y toman vuelo, antes de llegar al destino imaginado. Se disipan junto a la niebla que ya no deja ver el otro lado. Quizá no exista. Tal vez solo  sea una ilusión, muy parecida a  la realidad.

lunes, 28 de septiembre de 2015

PALABRAS ESCONDIDAS

Entre algunas hojas escritas, encontré tu letra. Parecía estar al resguardo de toda tormenta, cubierta por otras letras, las mías. Me reencontré con tus manos ideando oraciones. Las pude ver en movimiento, componiendo a la par de tu mirada. Leí en voz alta el momento que aún llevo grabado en la memoria. Le puse música para que bailaran al compás de los recuerdos. Palabras, solo palabras ante mis ojos. Emociones que todavía laten en este papel. Entre mis manos ahora, siento tu voz y también tu risa. No sabía en aquel momento ya fugado, que vivirían siempre respirando entre mis recuerdos. Levanto la mirada intentando buscarte vivo y se me asoma tu risa, despojada de vida y llena de alegría. Me dejaste tus palabras, escondidas, para que todos los días vuelva a tenerte a mi lado.

sábado, 26 de septiembre de 2015

AQUIETAR EL AVANCE

A veces olvido que el día se va terminando. Me cuesta entender que la mañana se va haciendo tarde. Me es difícil asimilar que todo va oscureciendo, cuando pasan las horas. Insisto con la luz encendida,para detener la noche que inevitablemente llega. No comprendo ese instante en el que me vence el sueño. Lucho por mantenerme despierta, solo para extender los minutos y aquietar el avance. Me gana el tiempo y su fuerza absoluta. Arremete contra todo, sin límites ni descansos. Ya es ayer, aquello que recién latía en la memoria. Es pasado y pronto será un recuerdo.

viernes, 25 de septiembre de 2015

LA LÍNEA QUE QUIEBRA EL CELESTE

Cuando pasa el tiempo, cambian los colores. Algunos se esfuman y se vuelven más claros. Otros, en cambio, profundizan sus tonos. Me pregunto si los colores son los que cambian o  si quizá, es nuestra mirada la que ve diferente. Comienza a atardecer y ya solo alcanzo a ver una parte del cielo. Parece quedar dividida por una línea oscura que quiebra el celeste. Buscan mis ojos las nubes que ya no están. Va llegando la noche y aún en la oscuridad, puedo mirar con claridad. Es el tiempo y su recorrido lento, quién me permite conocer la inmensidad. Se vuelven pequeñas las sombras. Se agudiza el brillo de los reflejos. Se van aquietando los recuerdos. Es el tiempo quién recorre la memoria apresurado, dejándola suspendida en ese pasado que ya se ido. Amanece y están de nuevo las  palabras exactas que definen mi pensamiento. Mientras, el tiempo sigue avanzando.

miércoles, 23 de septiembre de 2015

LOS SUEÑOS

En los sueños, los instantes se nos desordenan. Se van mezclando los recuerdos con los anhelos, desafiando la realidad. Se reafirman las emociones y se vuelven de colores los deseos. Soñar, es acercarse al rincón de la memoria que nos queda grabada en el momento último en el que está despierta la conciencia. Soñar intensifica lo que quizá no ha sucedido y nos deja en un estado de vigilia inquietante. Nos antepone frente a la duda. Nos hace replantearnos si verdaderamente hemos estado soñando, si las sensaciones que nos acompañan en el despertar ya forman parte de nuestra vida. Soñar, es agregarle imágenes a la memoria. Es ponerle sonido a voces que ya no podemos oir. Mientras transcurren los sueños, la vida recobra la energía y nos completa las ausencias. Nos acerca a lo que ha fugado, para tener la dicha del reencuentro. Los sueños son como la vida misma, esa parte de la historia que quiere quedarse junto a nosotros, aferrada a la alegría y despojada de toda tristeza. Hay una profunda libertad en cada sueño vivido. Los sueños no conocen los límites ni tienen una dirección. Solo suceden. Los sueños no cumplen años ni tienen un plazo de vencimiento. Han venido a sorprendernos, en una noche cualquiera y nos han dejado una flor, sobre la almohada.

lunes, 21 de septiembre de 2015

SIN ANCLAS

Sale publicado a las 10. Replica al instante. Risas, conmoción y estallido. Va sin foto. Surge espontáneo. Suena a comentario conocido. Quizá ya dicho. No importa. Hay que figurar, del modo que sea. Si es divertido, cuesta una sonrisa. Si va en serio, sigue en carrera. Mientras tanto, el gato se sube a la mesa. Pasarán más instantes, tal vez horas. Quedará escrito.No se lo llevará el viento. Está atado con alambre. Sin candado.Por las dudas y las certezas. Eso quedará en la memoria. Ya está visto. Puede soltar amarras. No hay anclas en la incertidumbre. Nada puede retener lo que tiene alas. Si se va, se va y si se queda, se cambia. Queda claro que sin alimento, no habrá manos que lo aferren. Está a la vista que lo volátil, se esfuma.¿ Dónde estará la manta que cubre y ampara la ausencia?¿ En qué lugar habrá quedado la dicha incipiente? Ya está. Asunto resuelto. El gato se fue. La risa no suena y  mañana habrá algo nuevo para mirar y desear, solo a través de la ventana.

COLORES

Si no pudieras ver, yo te hablaría de los colores. Podría describirte los tonos de los árboles y contarte como cambian con las sombras sus hojas. Te explicaría el sol en la montaña y cada espacio que va naciendo nuevo, mientras cae la tarde. Por el amanecer tu imaginación descubriría un color nuevo, solo hecho a través de palabras. Podría trasladar mi mirada a tus ojos y que quedaran grabados los verdes. Tal como  quedaron  tus palabras resonando en mis oidos, así podría instalar el celeste y el azul en tus ojos dormidos. Esta lejanía que hoy alcanza mi vista, la lograba cada vez que te miraba. Puedo  detallarte cada uno de los matices que ahora observo sin tus ojos y con nuestra energía detenida en el ayer.

martes, 15 de septiembre de 2015

MAS ALLÁ

Me pregunto qué habrá del otro lado, donde los marrones se funden en un celeste. Son descansos entre los pestañeos y miradas que van renaciendo nuevas, sobre las ondulaciones de los cerros. Quedan atrapadas en el descanso de ese instante que cambia y se transforma en sombra. El sol ya refleja en las laderas. Puedo verlo desafiando el bosque, aún en aquellos espacios a los que los ojos no alcanzan a mirar. Me quedo de este lado con la mirada suspendida en el momento que va sucediendo. Detrás la imaginación y más allá de las sierras, el deseo.

lunes, 7 de septiembre de 2015

CARNAVALES QUE NO ERAN

Las respuestas llegaban siempre en el momento que no las esperaba. No era demora, era algo que tenía relación con la sorpresa. Eso creía, en un principio. Solía atribuir al asombro, la falta de certezas. Me había acostumbrado a  mitigar el silencio con la incertidumbre. Todos esos días se fugaban en el momento en el que la magia parecía estar envuelta entre palabras. Luego vi disfraces y caretas, en carnavales que no eran. Pude sacar los velos y dejar de imaginar tules transparentes. Fui capaz de dar sin quedarme quieta en la espera. Dejé de esperar, dejé de soñar. Vuelvo cada tanto a leer las líneas que me sorprendieron y me quitaron las preguntas. No tienen sonido pero llevan  música. Ha quedado escondida, la mirada que extraño. Sellada en la memoria, la voz que recuerdo.

jueves, 27 de agosto de 2015

COMPAÑÍA Y AFECTO

La compañía y el afecto. Eso es lo que ahora extraño. Una presencia constante y silenciosa. Solo a veces, pocas veces, un pedido. Tal vez porque me anticipaba, intentando darle lo que quería. Quizá porque me había acostumbrado a empezar el día con la deliciosa rutina de llenar un plato, apenas me levantaba. Había empezado a hablarle, aún sabiendo que no iba a contestarme, pero sí a entenderme.
En definitiva, el afecto siempre transcurre en silencio. Perdura en el tiempo y crece, aún sin palabras. Se sostiene sin la necesidad de hacerlo crecer, porque aquello que se siente con fuerza, no requiere nada. Solo surge y no termina.

viernes, 14 de agosto de 2015

" EL DIARIO DE TINY"( serie con humor) GIMNASIO

Hacer gimnasia a mi edad (en mi caso) es una experiencia increíble y quiero compartir las risas que me provoca esa hora, desde que entro en el gym.
" Mi actitud cambia en el instante en el que abro la gran puerta vidriada y piso ese lugar. El rodete, un poco suelto, encaja perfectamente con el ambiente deportivo. Me dirijo al locket y guardo mi bolso, la campera, los anteojos y el celular. Cierro con llave  y para ese momento siento que han quedado ahí guardados más o menos 20 añitos. Que no vea bien, ya no importa. Si hace frío, yo ya no lo siento. Luego subo la escalera, casi como si no me costara. La agilidad parece ser mi compañera en esa cantidad de escalones anchos a los que por ahora respeto y subo de a uno. La parte que sigue tiene que ver con una serie de masajes y un poco de hielo. Esto sucede en una camilla, boca abajo, que tiene un agujero en la parte donde se apoya la cara. Me cuesta respetar eso ya que indica que debo mirar para abajo. En estos instantes siguientes mi tentación es enorme y silenciosa. Solo se interrumpe cuando viene la parte de la elongación. Me aferro fuerte a la camilla porque siempre estoy al borde de caer, cuando estiran mi pierna(eso aún no ha sucedido). Cuando las bolsas de hielo duermen sobre mi espalda, yo también lo hago y hasta he llegado a soñar en esa media hora. El despertar es un poco violento porque suena una alarma, muy fuerte, que indica que llegó el fin. Zapatillas puestas, buzo en el perchero y bajo a la sección gimnasio, música mediante. Esta es la parte en la que siento que estoy en un certamen de baile y acrobacias (sin jurado, por suerte). Por ahora los ejercicios son en una colchoneta y desde abajo todo se ve genial. Empiezan las indicaciones. "toma aire por la nariz, pone la panza dura, larga el aire por la boca, apretá con las piernas la pelota de goma, pone duros los glúteos" (serie de 10). Más o menos al sexto intento, logro coordinar una cosa con la otra pero nunca todo. Es demasiada información para asimilar en una serie. Así que como me río sola, la entrenadora me mira y vuelve a repetir " otra serie de 10". Miro el reloj y ya va cerrando mi tiempo ahí. Las piernas me tiemblan, el cuello está duro y ya no me río tanto porque los músculos faciales, duelen también. Junto mis cosas, saludo y salgo sintiéndome una atleta por el salón donde todos siguen trabajando. Qué bien me siento, no me puedo mover pero yo? hago gimnasia.

jueves, 13 de agosto de 2015

EN EL ALTILLO

La imaginación es una palabra que tiene un significado amplio. Tiene que ver con la fantasía y también con los recuerdos. En la literatura, casi todo parece partir desde allí. La realidad, hasta la más absoluta de las realidades, tiene una estrecha relación con la imaginación. Están ligadas por un puente que las acerca y las convierte en una sola fuerza, capaz de transformarlo todo.
Leer, es entonces entrar en ese mundo tan real como imaginario, al que nos invitan los escritores. Más allá de la historia que nos cuentan,de la vida que nos relatan y de los personajes que empiezan a formar parte nuestra; logran que los sueños dejen de ser posibles vidas en las hojas y comiencen a latir más allá de la tapa de un libro. Entre la realidad y los ideales, deja de existir el abismo de lo imposible, para permitir que entre en juego también, la imaginación del lector.
Diversas personalidades se han referido a la imaginación con definiciones muy interesantes. Santa Teresa lo hacía de un modo que realmente dibuja la más acertada de las expresiones, decía que la imaginación es "la loca de la casa". Quizá allí viva la imaginación, en ese cuarto del altillo en el que las ventanas están siempre abiertas y la puerta no tiene llaves.
En todos los géneros literarios, la imaginación es una invitada de lujo que acompaña siempre a las manos que sostienen un lápiz. Algunas veces está sentada en primera fila, induciéndonos a esos mundos tan creíbles como inexistentes. En otras ocasiones, parece alejarse de la fantasía y envolvernos en ese ambiente tan real de la crónica, aunque sigue estando allí, observando cada detalle narrado.
La imaginación solo se toma vacaciones. Vuelve una y otra vez , para invitarnos a soñar y a desarrollar esa capacidad infinita de recrear la realidad.



domingo, 9 de agosto de 2015

MIEDOS DORMIDOS.

Hubo antes un espacio, escondido o cubierto, ya no puedo recordarlo; al que me acerqué por intuición. Presentía que la magia podía estar allí, viviendo oculta y alejada de la realidad. Fue pasando el tiempo y resultaba difícil enfrentar las verdades. Había que elegir y eso implicaba asumir que todo se volvía diferente. Existió el día, llegó después de una extensa sucesión de horas, viviendo bajo los secretos. Se asemejó a un despertar y amaneció la claridad, entre los miedos dormidos. Tener que seleccionar un modo y vivir bajo otras formas, me llevó a descubrir que existe siempre la fuerza necesaria para volver a empezar. Entender que es posible sacar a la luz ,aquello que yace bajo las sombras, fue el inicio. Poder tomar ese instante en el que se nos devela la verdad y mirar de frente la única y absoluta realidad, es ahora la vida elegida.

martes, 4 de agosto de 2015

DISTANCIA

La distancia muchas veces nos hace pensar en la vida que va pasando, en esa vida que va sucediendo a lo lejos, sin que podamos compartir las risas y también las lágrimas. La distancia nos marca y nos hace crecer de golpe, en esos instantes lejanos que añoramos. Aunque es una distancia que se puede recorrer en kilómetros, una distancia que puede transformarse. Es entonces cuando la sonrisa vuelve a aparecer, para entender que todavía tenemos pasos para dar. La distancia deja de ser distancia, entonces.

miércoles, 29 de julio de 2015

CRECER

Crecer, implicaba en aquellos días, ir viviendo la felicidad entre las paredes alegres en las que colgaban los cuadros que tapaban los secretos. A medida que el tiempo iba transcurriendo, los colores de las pinturas se iban desdibujando. Se volvían difusos los tonos, que en la infancia brillaban tanto. Crecer era ir descubriendo la mirada que se volvía nueva ante la sorpresa. Significaba dejar atrás la ilusión de lo perfecto y entender entonces la verdad. Aceptar que todo cambiaba, no modificaba lo vivido. Asumir la realidad, insinuaba un futuro diferente. El pasado seguía en el mismo lugar, anteponiéndose a los días que vendrían luego, ya sin adornos ni momentos elegidos. Crecer, era mucho más que ver lo que nos mostraban.

martes, 28 de julio de 2015

MIENTRAS SOÑAMOS

La ilusión y la expectativa, recorren un camino sinuoso que muchas veces no nos lleva a destino. Tal vez sean los pasos pequeños y la ansiedad desmedida, quienes acortan los tiempos y tapan el sol. Vamos felices, mientras soñamos. Nos detenemos a imaginar, recostados en los recuerdos. El pasado parece empujarnos hacia ese mañana al que vamos entusiasmados. La mirada va en busca de aquello que llevamos en la memoria. El tiempo se vuelve tirano al percibir que algo ha cambiado. Se nos nubla la vista, ante la inmensidad y el silencio empieza a darnos las respuestas que faltan. Quizá las certezas no vayan por aquel camino de ilusiones perdidas. Ya cae la tarde y se va llevando las risas.

jueves, 16 de julio de 2015

AHORA Y LEJOS

El tiempo muchas veces nos devuelve aquello que creemos perdido. Se asemeja al movimiento de una ola en el instante en el que rompe, para descansar sobre la arena. La espuma parece envolver el pasado agitando los momentos vividos. Luego todo se aquieta y entremezcla. Se esparcen los instantes en la orilla. Nacen minutos nuevos y retoman con fuerza el olvido. Se juntan los recuerdos y levantan nuevamente el torbellino de las horas que siempre vuelven a empezar. Algo queda en la arena y mucho más nace, en el nuevo intento.
Son dos días,  a veces pasan a ser tres y se convierten en ese tiempo de magia que ya no tiene horas. La perra rasguña la puerta, demostrando alegría. El sol ha decidido quedarse para reflejar en la ventana, igual que lo hacía ayer. Todo se va transformando mientras el tiempo sigue pasando. El gato sigue en el sillón y espera.
Miro hacia atrás y el pasado me ha cambiado los colores de los recuerdos que eran azules. La tarde que parecía no terminar, ha viajado por otros espacios y es noche, ahora y lejos. Quizá haya fuerza en el recuerdo. Tal vez vuelva a sonar la música que vive en mis oidos. Aún puedo mirar por la ventana, como giran los cardos, enredando el viento en la mañana.

sábado, 11 de julio de 2015

LAS MISMAS HORAS

Hace un tiempo, que no lleva tantos días ni tantos meses, todo lo que miraban mis ojos en el calendario; se veía diferente. Las horas pasaban distintas en el mismo reloj de hoy. Sucedían en otro lugar, lejano al que marcan las agujas ahora. Tal vez la diferencia tenga relación con la ausencia. Quizá el cambio radique en la falta de asombro. Aunque vuelvo a mirar el almanaque y el invierno va a terminar del mismo modo en el que se fue aquel día. Se que también llegará el verano y habrá otra primavera asomando por la ventana. Antes, no tanto tiempo antes, caminaba hacia el puesto de flores para encontrar los colores que faltaban en el balcón. Desde la puerta, ahora, todo se ve diferente. Empieza de nuevo la mañana y otra noche anuncia un nuevo tiempo en el que laten las  mismas horas del ayer.

viernes, 10 de julio de 2015

BLANCO

Lo encontré entre la ropa guardada en el cajón de la cómoda. Conservaba la mirada que había quedado detenida en el color. Ya no está tan blanca, pero aún sigue reluciendo. Se destaca todavía su brillo entre los otros géneros más nuevos pero sin historia. Luce un pasado que ha quedado intacto en la memoria.  Tenía que ser blanco, tal vez por alguna huella que sus recuerdos no borraban. Debía ser puro y mantener la integridad de aquello que no resiste una mezcla. Entre las manos pude notar que la textura permanecía igual a la que recordaba. Las arrugas no habían cambiado su esencia, la de esa tarde en la que el sol le cambiaba el color. Ahora está aquí. Sigue tan claro como antes. Descansando entre los sueños blancos del ayer. Viviendo con la incertidumbre entre sus pliegues. Sin la certeza para poder entender.

miércoles, 8 de julio de 2015

EL VUELO DEL TIEMPO

Ha pasado el tiempo. Ha recorrido horas y días en años vividos. Muchas veces me ha visitado en las horas que parecían quietas. Se ha detenido en el sonido de mi risa aturdida. No lo he notado en algunas ocasiones. Ha pasado desapercibido en instantes que corrían con prisa. La otra tarde, esa que simulaba ser un espacio para que la memoria soltara sus anclas, algo llamó mi atención. Detuvo mi latido y la mirada se fijó en el cielo. Corrían blancas las nubes. No pude desviar mis ojos ante el movimiento permanente. Entendí, en ese segundo que duró siglos, que todo iba transcurriendo a una velocidad imposible de detener. El amor, la tristeza, el asombro; todo seguía latiendo mientras solo observaba. Pude pensar en la cantidad de situaciones que estarían sucediendo, mientras mis manos solo captaban el vuelo del tiempo. Las piernas inmóviles y el cuerpo asombrado, ante la inmensidad. Ha pasado el tiempo, otra vez, frente a mis ojos que aún miran.

martes, 7 de julio de 2015

DISTANCIA

En la distancia la soledad deja de ocupar el espacio que simula estar vacío. Los recuerdos y la memoria logran completar los instantes que ya vividos, nos remiten al pasado. Dejan de ser olvido y comienzan a latir en el presente, las emociones que llevamos guardadas. No han fugado. Aún no se han ido, más allá de la lejanía. Existe un espacio en la penumbra que todavía nos habla al oido. Resuenan las risas y su eco retumba en el silencio.

domingo, 5 de julio de 2015

SIETE PERCHAS ( Más líneas)

Me costó poder explicarle a Adolfo el gran vuelco que había dado mi vida. No pude hacerlo con palabras. No busqué frases que lo dejaran pensando. Sucedió a medida que el café doble se iba terminando. En cada trago que iba vaciando la taza, comencé a ver en sus ojos, algo parecido al entendimiento. Se quedaba callado, me miraba, a punto de decir algo volvía a mirar la taza, a callarse, a pensar. Yo lo miraba también y me sorprendía de no estar hablando, haciéndolo reir. Me asombraba no estar buscando permanentemente su apoyo. No era el tiempo lo que había cambiado mi forma de manejarme con él. Ni siquiera las cosas que me habían pasado en esa larga ausencia que quedaba en la borra del café.

- Ya tengo todo listo para la presentación. Decidí no hacerte un nuevo reportaje, al menos no frente a todos- cerré el cuaderno y le pregunté- ¿ Te parece bien que grabemos esta entrevista y que la pasemos durante la conferencia?

Adolfo miró por la ventana. Su perfil me transportaba a esas tardes en las que no podía mirarlo de frente. No esperé su respuesta y saqué la grabadora del bolso. Al presionar la tecla para comenzar la grabación, tomó mi mano con fuerza y dijo
-Permitime empezar a hablar, antes de las preguntas. Voy a ser breve, quiero presentarte
Lo miré intentando contrariarlo. La energía corría entre nuestras manos juntas, mientras la grabación continuaba.

jueves, 2 de julio de 2015

SIN SOMBRAS

La planta insistió en cubrir la pared. Trepó hasta el árbol y en su persistencia por alcanzar altura, enredó sus tallos mezclando los tiempos. La vida sucede en ese instante en el que las hojas abrazan las ramas. Es ese momento imperceptible en el que parecen fundirse los verdes, para ya no volver a separarse. Unas a otras, aprisionando los segundos que comienzan a ser diferentes. No hay pasado que los haya unido, hay presente en el sol que refleja sin  sombras.

miércoles, 1 de julio de 2015

FRAGMENTO DE " SIETE PERCHAS"

En los aeropuertos, las ideas parecen aquietarse. Descansan un rato, para luego levantar vuelo y llegar a lugares que ni siquiera imagino. Falta una ahora para que el avión despegue. El tiempo necesario para poder revisar las preguntas, ensayar el tono de voz o tal vez el tiempo justo para volver a la redacción y pedirle a Laura que viaje ella.
No se bien porqué acepté esta nota que ya hice antes.Esa tarde de Agosto tenía puesta una remera gris con una infinidad de pequeños botones que cerraban los miedos que vendrían luego.Intento recordar las palabras y solo se me aparecen imágenes.
-¿Whisky o cogñac?-me pregunta la azafata sonriendo

-Mucho hielo y poco whisky-le digo mirando el nudo del pañuelo azul que lleva al cuello

Nunca pude hacer bien el nudo de un pañuelo,ajustarlo lo necesario ni acomodar las puntas. La corbata que usaba en el colegio tenía el nudo fijo y dos elásticos que lo sostenían debajo del cuello de la camisa. Sigo siendo la misma que cuando iba al colegio,sigo sin saber hacer nudos, sigo demorándome en los recuerdos.
Las  turbulencias me traen al presente. Dejo de recordar. Miro la cara de la mujer que va a mi lado. Puedo ver su miedo. Levanto los pies y los dejo suspendidos en el aire. Creo quitarme así, la sensación de vacío. Vuelvo a apoyarlos y pienso que en pocos minutos estaré en el cuarto del hotel y algo mío quedará acá, suspendido en el aire. Algo tiene que haber cambiado en diez años. Antes llevaba un grabador y ahora tengo la memoria guardada en un teléfono.
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Escucho a Génesis. De fondo el teléfono suena insistentemente, mientras miro la mampara empañada del baño.Imagino la voz y el tono de quién puede estar llamando.Su apuro me persigue. Sabe que me molestan sus llamados. Conoce mis tiempos y sin embargo insiste en esta desatinada manera de recordarme que es mi jefe.También sabe que no voy a atenderlo hasta que estos tres días hayan pasado.No se conforma con pedirme que cubra la guardia de los domingos en el diario, Quiere mis francos.Quiere mis horas sin trabajo. Quiere verme preocupada. No lo logra. No le temo, a pesar de haber hecho  todo lo posible para que deje mi trabajo. Las dos entradas para el teatro, quedaron sobre su escritorio. Tenían fecha y número de butaca. Se vencieron ahí, en esa mesa de aquella oficina oscura.
El agua caliente golpea mi cuerpo a la misma velocidad que los recuerdos van cambiando mi expresión. Hay cosas que no pueden olvidarse, porque te marcan y dejan un camino al que ni siquiera las nuevas pisadas logran cambiar.Todo lo que fue inicio se vuelve repetido y me transforma la memoria que arranca nueva y cargada de ilusión. La toalla blanca  parece envolver esos días que apenas tienen un pasado.Quiero secar la impotencia con la que quedaron detenidos mis planes.
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Dos colectivos para llegar a Barracas y una cuadra y media para entrar al diario, era la rutina que empezaba a las seis de la tarde y rompía en ese preciso momento en el que abría la puerta de vidrio y todo comenzaba a girar entre las diferentes secciones. Los choferes a la izquierda y los fotógrafos un poco mas adelante. La oficina de cables de agencias de noticias dejaba atrás mi mundo de medias azules y de jumper del colegio. No solo era la rutina lo que cambiaba. La gente y sus historias, eran diferentes a las que yo conocía. Ni en el bar de la facultad, me sorprendía yo tanto. Había otra realidad, otras caras, a las que me iba lentamente acostumbrando. Matías me cargaba siempre, imitaba mi modo de hablar, que para mi era el único. Era también quién se levantaba de la silla con ímpetu para decirle a mi jefe " esta nota, la hago yo". Daniel solía enviarme a las peores notas. Trabajábamos en policiales. Roberto se reía y subía la mirada sobre los anteojos, asintiendo. Eran mis amigos. Aunque Daniel insistía y dejaba mi apellido anotado para la guardia del día siguiente, en una planilla, sobre la mesa.

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La memoria del teléfono que tengo en la mano no parece tener emociones guardadas. Es diferente a la que llevo en la mano izquierda. Esa toma el bolso y roza el boleto de antes, que todavía sigue prendido ahí. Hay costumbres que no se ha llevado el tiempo y mis viajes que cada vez son mas espaciados, siguen acumulando las fechas y los momentos anteriores.Miro el teléfono y pienso si son solo días los que va almacenando.. No entiendo bien cuál es el lugar en el que viven los recuerdos.Todos los muebles del cuarto están en el mismo lugar. El espejo parece brillar más que antes, quizá sea otro. Nuevo y distinto al reflejo de ayer.Siete perchas vacías son las que colgaban otra ropa, y son las mismas en las que voy a poner ese saco que nunca uso y siempre va en el bolso. Es una conferencia y luego vendrá la entrevista que hice en otro tiempo, un tiempo que se repetirá sin eco del que fue.

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_ Tenes que hacer esa entrevista _ me dijo apoyando los papeles en mi escritorio

_ ¿ y cuáles serán las preguntas nuevas? Otro libro más, una reseña nueva-le dije riendo y agregué _ Cambié de sección hace mucho tiempo -

-Carolina, no discutas más. Está todo arreglado. Hablé con él ayer y solo va a darnos la nota si la haces vos.Acá tenes los pasajes.

Cuando Daniel me llamaba así y no como todos lo hacían, como salía mi firma en las notas, estaba enojado y lidiar con ese hombre así ,era algo que ya había dejado de hacer hacía mucho tiempo.

Tomé los boletos y dejé la redacción dispuesta a cumplir con el pedido y dispuesta también  a enfrentar el recuerdo  que me perseguía desde ese día en el que con mis veinte años aquella nota en la librería, había hecho que mi nombre empezara a repetirse.




martes, 30 de junio de 2015

EL FESTEJO

Las fechas confundieron la respuesta, que fue breve. Cambió una vez. Fue suficiente para pensar y entender. Otro día, diferente lugar, más tiempo vivido. Era invierno y las flores de la primavera, aún no habían nacido. Por la ventana debe haber entrado el frío. Quizá el sol, tal vez las nubes. Algo en el cielo, en ese día, conspiró para que el calor no reinara. Siempre que el invierno pasa, algo vuelve a suceder y me confunde. Los pasos se dirigen hacia el puesto de flores y las manos las eligen de colores. Parece un acto repetido: el mantel blanco, las copas de cristal y el sueño del festejo que ya se ha ido. Todas las primaveras vuelvo a entender, que mi invierno sigue vivo.

domingo, 28 de junio de 2015

LOS AROS Y EL RELOJ

Algunas veces miramos la vida que pasa, desde un lugar extraño. No se ve el cielo y estamos inmóviles. Quietos, tal como si el tiempo se hubiera detenido, para observarlo todo desde otra perspectiva. Sabemos que es solo por un rato, sin embargo los minutos parecen extenderse logrando detener las agujas del reloj. La mirada busca incesantemente hacia los costados. El parpadeo se vuelve constante acompañando los latidos que persisten en el cuerpo. El silencio nos ensordece y nos predispone a pensar. Tras esa puerta, todo continúa. Cada ruido es una orquesta para los sentidos que están alertas ante la quietud. Es solo por un rato, el tiempo exacto para comprender que estamos vivos. Los aros y el reloj, han quedado sobre la mesa.

jueves, 25 de junio de 2015

TIEMPO

Tener tiempo es una dicha. Poder transcurrir entre los minutos que van pasando, es algo que se asemeja a la felicidad. Hubo tiempo en la despedida. Las horas últimas se extendieron hasta volverse recuerdos. Hubo tiempo en la mirada que aquietó la pena. Siempre el tiempo, entre las lágrimas. En la memoria viven las risas que ya sonaron en otro tiempo. Habrá tiempo para entender que el apuro se lleva aquello, que luego añoramos. Habrá más tiempo aún, si la lentitud de la espera, nos mantiene despiertos los sentidos. Es tiempo y será sueño, mañana.

martes, 23 de junio de 2015

INVIERNO

Es en invierno cuando los recuerdos parecen soltar los eslabones de la cadena de la memoria. El frío los amontona por las mañanas, para liberarlos a la noche, cuando reposan quietos en un sueño. Van saltando por las estaciones, tomando color y fuerza , sin dejar ningún instante en el pasado. No quedan en el olvido los momentos vividos. Una bufanda y un gorro, les quitan las penas. Van unidas las risas y las lágrimas. Unas a otras se suceden en el tiempo que ya ha transcurrido. Es en invierno cuando revive el abrazo y vuelve a nacer la despedida.

lunes, 22 de junio de 2015

VELO CON TULES TRANSPARENTES

Las palabras nos acercan aún en la distancia. Nos complementan en la lejanía. Nos dan esas cosas que muchas veces la presencia no otorga. En ciertas ocasiones  bastan para darnos certezas. Nos convencen y nos alimentan. Nos despabilan del sueño que creemos vivir, para situarnos en una realidad que dista de ser absoluta. Una línea, solo una, nos demuestra que la percepción siempre tiene una sola cara. No hay antifaces que puedan cambiarla. No hay máscaras ni caretas al final del día. Hay colores fosforescentes que encandilan. No logran los disfraces, cubrir lo que somos y lo que sentimos. Solo mantienen un velo con tules transparentes, que finalmente se rompe. Queda al descubierto, entonces, la intención oculta y la mentira encubierta. Ciertas palabras están llenas de dulces incógnitas. Se develan en un instante. El momento en el que nace la verdad.

domingo, 21 de junio de 2015

SIGUE AHÍ

Una mezcla explosiva era la que me provocaba papá. El modo en el que acarreaba el éxito, íntegramente logrado, paso a paso y con una cierta timidez. Sus días en la cima atenuados por esos otros tiempos en los que nada parecía tener y seguía siendo el mismo. Lo miro, está dormido. Sus manos están cruzadas, apoyadas sobre la sábana blanca. La verruga en el mismo lugar, casi sobre su pestaña oscura. Me parece verlo en su escritorio, seleccionando las notas, con cuatro o cinco personas a su alrededor. Todos en la oficina vidriada del diario. El dueño de las decisiones. Su traje. Sus bigotes. Pero hoy no hay periodistas a su lado, ni un cajón ni su escritorio. No hay ruidos de teclas de Olivetti, sonando por ahí. Sin embargo, sigue siendo dueño de sus decisiones y sigue mirando igual. Sigue hablando con el mismo tono bajo y firme, pero esta vez dice " de ninguna manera" y no somos periodistas ni trabajamos con él. Solo estamos asintiendo en silencio y sin cuestionar. Porque esta nota final que papá decide publicar, casi en el cierre, nos mantiene juntos, desesperados, y ante nuestras miradas que le dicen " papá, no hemos terminado", él, como en otros tiempos, dice: "pues, yo sí".
Son las tres de la tarde, sigue octubre y papá se va.

sábado, 20 de junio de 2015

SELLADA EN LA MEMORIA

Eran seis cuadras las que caminábamos al salir del colegio. Entre su casa y la mía, una plaza. Nos deteníamos en el kiosco y nos reíamos de todo. Las tardes seguían luego, en el barcito que estaba de moda, para terminar más tarde conversando por teléfono. Miro hacia atrás y recuerdo el tiempo en el que todos los días eran compartidos. Mientras esto sucedía, íbamos creciendo y tomando caminos diferentes. La vida nos soltaba  las manos para entender ahora, que mucho más allá de la aparente distancia y aún en la absoluta lejanía, toda la unión ya estaba sellada en la memoria. La amistad tiene esas cosas. No necesita la aprobación en el desacuerdo. No requiere el entendimiento, ante una actitud inesperada. Solo continúa guiándose por los recovecos de las risas detenidas. Sigue nutriéndose de las voces que sonaron tanto y que hoy mantienen vivo el eco del ayer.

miércoles, 17 de junio de 2015

EL DÍA QUE SIEMPRE FUE MÍO

He podido finalmente, dejar atrás el festejo en primavera. Siempre supe que era invierno. No tenía antes la certeza. Tuve después el instinto. Despertó gradualmente a medida que iban pasando los inviernos. Cuando conocí el día, lo pasé por alto; primero por costumbre, luego por miedo. Ahora siento que el aire frío me pertenece. Pude encontrar la hora y el lugar. Ahora lo siento mío. Me queda la memoria, teñida de flores relucientes. Han pasado a ser recuerdos, los cumpleaños que no eran. Vuelve a empezar el invierno, pero esta vez nace junto al frío, el día que siempre fue mío.

martes, 16 de junio de 2015

Unas líneas de mi libro " PAPÁ" (INÉDITO)

" Ana fue a su cuarto y me trajo una bolsa llena de fotos que papá había guardado para mi. Me dijo que se había pasado varios de los últimos días en su casa, antes de internarse, ordenando esas fotos. Lo imagino mirándolas, recordando esos viajes en los que veníamos con mamá a Buenos Aires y él me llevaba a sacarme fotos. Conservo esa bolsa tal como me la dejó. La sostengo entre las manos y vuelvo a imaginarlo. A papá le gustaba llevarme a sacar fotos. Esto sucedió durante muchos años, desde que yo era muy chica. Recuerdo unas en un estudio lleno de juguetes. Lo veo a  Mickey de mi mano y a Pluto un poquito más atrás. Me acuerdo de otra tarde caminando por una mesa larga y entre los flashes de una vieja máquina, lo veo a papá supervisando otras fotos que un sábado fui a mirar en un kiosco. Todas esas fotos están en mi bolsa. En todas lo recuerdo a papá, detrás del fotógrafo. Varios años después, cuando yo trabajaba en una revista, le comenté que me habían ofrecido hacer una prueba fotográfica, para otra revista de la editorial en la que era redactora. Recuerdo su gesto. Se quedó en silencio y me miró sobre los anteojos, acomodando sus papeles en el escritorio. Esas fotos están en esa bolsa mía. Las otras que siguen, en el orden en el que papá las acomodó, son en su casa, con mi primer hijo en mis brazos. Esa bolsa de papel, es la herencia de los momentos más valiosos que llevo guardados. Los minutos en los que papá miró, pensó y ordenó para mi, tal como un legado de su presencia en mi vida. Muchas veces lejos y tantas otras cerca."

sábado, 13 de junio de 2015

UN CUENTO DE JORGE VICTORIANO ALONSO( para festejar el DÍA DEL ESCRITOR)

" SE ESTÁN SUICIDANDO LOS BERTOLOTTO" de JORGE VICTORIANO ALONSO

"El gringo Bertolotto vivía en la calle 9 de Julio, sólo. Bueno, sólo es un decir. Vivía  sin mujer, porque se le había muerto, pero vivía con sus tres hijos varones; el Tito, El Cholo y El andrés, que ya hacía unos años que habían pasado los veinte y pico. El gringo siempre fue ferroviario y había hecho "su carrera", como le gustaba  decir cuando hablaba de su vida, en el Ferrocarril General Roca, en la línea Plaza Constitución- Bahía Blanca, vía General Madrid y vía Coronel Pringles. "mi vida siempre ha estado rodeada por militares", murmuraba a veces,. Uno a uno había ido haciendo entrar a sus hijos al ferrocarril, y cada vez que salía el tema repetía con orgullo: "es una cuestión de familia". "Los muchachos ", como él los llamaba , le habían salido derechos , aunque como pasa en todas las familias cada uno tenía sus cositas.. El Tito, muy parecido al Gringo,fumaba como un sapo. Un cigarrillo detrás del otro, iguAl que El Gringo. El Cholo, también fumaba, aunque no tanto, pero su perdición eran las mujeres.. Tenía una facilidad especial para seducirlas, pero generalmente eran mujeres casadas. No terminaba de salir de un escándalo, que ya estaba entrando, con absoluta facilidad, en otro. El Andrés no fumaba.("nunca ni una pitada, nunca" decía con orgullo  el Gringo), y nunca había tenido problemas por culpa de ninguna mujer. A él le gustaban los hombres.
En lo que habían salido al padre, sin ninguna discusión, era en la pasión que los tres sentían por el vino y la ginebra, sin ningún tipo de discusión. "Es algo de familia", decía El Gringo, muy serio, casi con cierto orgullo.
Los cuatro habían sufrido mucho con la muerte de doña Blanca, la mujer del Gringo y de los tres muchachos, que ya hacía cinco años que "se había ido con el señor", como le gustaba decir al Gringo, a quién nadie se animó nunca a decirle que la Blanca ya se había ido antes, unos diez años antes, , pero esa vez con el señor que vivía a la vuelta de la casa del Gringo. Aquella vez volvió.
En los primeros tiempos de su viudez el Gringo no se cansaba de repetir, en los galpones de la estación o en el boliche de Ferreyra, que eso no era vida, que le costaba levantarse todas las mañanas y no escuchar a su mujer en la cocina, preparándole el mate, y que mucho más le costaba por las noches, acostarse sin ella, en la cama grande.
Hay quienes aseguran que un día empezó a hablar de matarse,pero lo concreto es que una tardecita vino al boliche y anunció que esa noche él y los muchachos se iban a suicidar. Empezó a hablar de eso a las seis de la tarde, y servían una vuelta tras otra y no había nada que hacer, él insistía. "Esta noche a las ocho los muchachos y yo nos vamos con la Blanca", decía  y a las ocho menos diez, se despidió de todos, le pagó la cuenta a Ferreyra " para viajar liviano, sin dejar atrás deudas chicas", y salió para su casa, que quedaba a la vuelta del boliche. Algunos amigos se decidieron a acompañarlo, para seguir tratando de convencerlo de que se dejara de joder, y con ellos también fue Ferreyra, el bolichero. La dejó a su mujer a cargo del mostrador y salió con ellos.
Al Gringo lo estaban esperando0 los muchachos en la puerta de la casa, los tres vestidos con el uniforme del ferrocarril. Habían sacado la mesa grande de la cocina, de madera clara, y la habían acomodado en el medio de la calle, todavía sin asfaltar, con cuatro sillas. Cada vez que en alguna de las esquinas doblaba un auto, cuando el chofer veía la mesa frenaba, daba marcha atrás y tomaba por otro lado.
Sobre la mesa se veían algunos cuchillos y tenedores, y también estaba la cuchilla grande, la de la cocina. El gringo se fue adentro a ponerse su uniforme, y volvió a salir  casi enseguida, impecable, con la gorra  como la usaba siempre, caída sobre  el ojo derecho. Traía dos  enormes sandías, una debajo de cada brazo. Las dejó sobre la mesa y se sentó en una de las sillas de la cabecera de la mesa. El Tito ocupó la otra cabecera. El toto y el Andrés se fueron adentro de la casa y salieron  casi enseguida con dos damajuanas de vino tinto, de cinco litros cada una. Llenaron los vasos, los cuatro se pusieron de pié, en silencio, y entrechocaron  los vasos en un brindis silencioso. Entonces sí: el Gringo Bertolotto tomó la cuchilla grande, la clavó con fuerza en una de las sandías y cortó cuatro tajadas  para él y los muchachos. Cada uno comió la jugosa carne roja  en silencio, y después vaciaron de un solo tirón los vasos, que volvieron a llenar, una y otra vez, mientras seguían comiendo  sandía, casi sin parar. Todos los que habían  seguido desde el boliche , Ferreyra entre ellos, los miraban en silencio, sin entender.
Después se supo que alguien le había dicho al Gringo, unos dias antes, que comer sandía y tomar vino tinto era mortal. "lo hacés y te morís Sin remedio, te morís". Al desolado viudo aquella  le pareció una forma digna  de decir adiós, para siempre. Habló con sus hijos, compraron las sandías, vino siempre tenían, y se aprestaron a morir.
Aquella primera noche, los Bertolotto no convidaron a nadie ni el vino de sus damajuanas ni sandía. " Esto es para el suicidio", le explicó el Gringo a sus amigos, a modo de disculpa, pero mandó a buscar bebidas al boliche de Ferreyra, que rápidamente le habilitó nuevamente la cuenta corriente, y todos tomaron vino, caña y ginebra hasta que salió el sol.
Aquella noche los Bertolotto no lograron su objetivo, aunque de a uno, los fueron entrando a la casa "como si estuvieran muertos", con una borrachera fenomenal. Según dijeron después quienes los habían acompañado en el último viaje, fue una noche estupenda, inolvidable.
Desde entonces, al menos una vez por mes, "los Bertolotto se suicidan". Ferreyra, siempre rápido para los negocios, consiguió un permiso provisorio de la Municipalidad, y " las noches de suicidio" pone mesas y sillas en la calle de los Bertolotto, y dos mozos para atender a la clientela, que cada vez es  mayor. Ya está pensando en contratar una orquesta, y hasta en armar una pequeña pista de baile.
Esas noches, por la 9 de Julio al 300 no pasa ningún auto. Todos los vecinos del pueblo saben que "se están suicidando los Bertolotto", y esas son cosas que en mi pueblo se han respetado siempre."

jueves, 11 de junio de 2015

EL MISMO ESPEJO

Tengo muchas casas en la memoria. Hay lugares que asocio a las risas y otros espacios en los que la despedida surge como un recuerdo. Distintos reflejos en diferentes ventanas y el mismo espejo colgado en  otra pared. Hay un patio, una parra y dos balcones. Hay flores en los cuadros y también en el jardín. Los momentos viajan desordenados por las calles de la infancia. Van corriendo carreras en el tiempo. Hay aromas que han quedado detenidos en las agujas del reloj de madera antiguo. Tres platos y una fuente me remiten al comedor que hoy es otro. Otras casas, mis casas.

miércoles, 10 de junio de 2015

VERDE EN LA MIRADA

A la mañana mis pasos caminan otro pasillo. La tecla de la luz está a la derecha y sigo buscando a la izquierda. Había un eco que resonaba en las pisadas y me acompañaba durante el día, tras cerrar la puerta de madera. Mi mano busca acostumbrada por la tarde, el picaporte redondo de bronce. Faltan las escaleras de mármol y las voces y las risas. Tengo flores sin macetas y verde en la mirada. Llevo muchos más recuerdos que antes, en la espalda. Tengo grabada la música que ya no escapa por la ventana. Cierro los ojos y todas las imágenes han quedado en la memoria.

domingo, 7 de junio de 2015

LA MITAD QUE DIVIDE.

Esa mitad de la vida, que ojalá fuera mitad. De esa mitad en la que gira la prisa con la novedad. De todo aquello que fue un sueño y el tiempo agiliza para convertirlo en un hecho. El reloj sigue moviendo sus agujas, sin detenerse en el color del pelo que ha vuelto a su tono. Nada parece haber cambiado mucho y sin embargo todo luce diferente. Acerca de la mitad que divide los días que han fugado para esperar los amaneceres que imagino de color naranja. No hay una franja de meses ni de años. Hay una deliciosa sucesión de instantes, que va transcurriendo lentamente, manteniendo la mirada activa.

SIETE PERCHAS ( más líneas)

Tengo pocos minutos para terminar el bolso, darme un baño y dejar la casa ordenada antes de salir para el aeropuerto. El taxi llegará puntual, como siempre y los papeles que dejé anoche sobre la mesa, estarán exactamente en el mismo lugar, cuando vuelva. En cierto modo, este apuro repetido, al que me he acostumbrado a vivir, tiene que ver con la partida y el regreso. Tal vez haya una estrecha relación entre los mechones de pelo que se me caen al peinarme y los recuerdos que golpean con la misma velocidad en el cepillo azul, que dejo en el baño. Escucho la bocina y calculo el tiempo, miro el reloj y pienso que deben hacer 20 años desde que mi pelo cae. Vuelve a crecer. La memoria no. Queda ahí, enredada en el pasado. Falta llenar el plato hondo con agua. Poner comida en los tres rincones en los que el gato come. Apago las luces, miro lo que queda y me voy. Al cruzar el puente miro el río y dejo de escuchar la voz que habla en la radio, a la par del hombre que maneja y dice algo sobre la crecida. Los anteojos me ayudan en este momento. Simulo leer algo, solo para volver al silencio. No se en qué lugar del bolso guardé el pasaje. Llueve mucho y ya habrá tiempo para encontrarlo. Mis ojos se ven mas grandes ahora, al mirarlo fijo por el espejo retrovisor. No quiero el vuelto. Quiero bajarme del auto y perder el avión.

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CAPÍTULO 1

En los aeropuertos, las ideas parecen aquietarse. Descansan un rato, para luego levantar vuelo y llegar a lugares que ni siquiera imagino. Falta una ahora para que el avión despegue. El tiempo necesario para poder revisar las preguntas, ensayar el tono de voz o tal vez el tiempo justo para volver a la redacción y pedirle a Laura que viaje ella.
No se bien porqué acepté esta nota que ya hice antes.Esa tarde de Agosto tenía puesta una remera gris con una infinidad de pequeños botones que cerraban los miedos que vendrían luego.Intento recordar las palabras y solo se me aparecen imágenes.
-¿Whisky o cognac?-me pregunta la azafata sonriendo

-Mucho hielo y poco whisky-le digo mirando el nudo del pañuelo azul que lleva al cuello

Nunca pude hacer bien el nudo de un pañuelo,ajustarlo lo necesario ni acomodar las puntas. La corbata que usaba en el colegio tenía el nudo fijo y dos elásticos que lo sostenían debajo del cuello de la camisa. Sigo siendo la misma que cuando iba al colegio,sigo sin saber hacer nudos, sigo demorándome en los recuerdos.
Las  turbulencias me traen al presente. Dejo de recordar. Miro la cara de la mujer que va a mi lado. Puedo ver su miedo. Levanto los pies y los dejo suspendidos en el aire. Creo quitarme así, la sensación de vacío. Vuelvo a apoyarlos y pienso que en pocos minutos estaré en el cuarto del hotel y algo mío quedará acá, suspendido en el aire. Algo tiene que haber cambiado en diez años. Antes llevaba un grabador y ahora tengo la memoria guardada en un teléfono.
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Escucho a Génesis. De fondo el teléfono suena insistentemente, mientras miro la mampara empañada del baño.Imagino la voz y el tono de quién puede estar llamando.Su apuro me persigue. Sabe que me molestan sus llamados. Conoce mis tiempos y sin embargo insiste en esta desatinada manera de recordarme que es mi jefe.También sabe que no voy a atenderlo hasta que estos tres días hayan pasado.No se conforma con pedirme que cubra la guardia de los domingos en el diario, Quiere mis francos.Quiere mis horas sin trabajo. Quiere verme preocupada. No lo logra. No le temo, a pesar de haber hecho  todo lo posible para que deje mi trabajo. Las dos entradas para el teatro, quedaron sobre su escritorio. Tenían fecha y número de butaca. Se vencieron ahí, en esa mesa de aquella oficina oscura.
El agua caliente golpea mi cuerpo a la misma velocidad que los recuerdos van cambiando mi expresión. Hay cosas que no pueden olvidarse, porque te marcan y dejan un camino al que ni siquiera las nuevas pisadas logran borrar.Todo lo que fue inicio se vuelve repetido y me transforma la memoria que arranca nueva y cargada de ilusión. La toalla blanca  parece envolver esos días que apenas tienen un pasado.Quiero secar la impotencia con la que quedaron detenidos mis planes.
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Dos colectivos para llegar a Barracas y una cuadra y media para entrar al diario, era la rutina que empezaba a las seis de la tarde y rompía en ese preciso momento en el que abría la puerta de vidrio y todo comenzaba a girar entre las diferentes secciones. Los choferes a la izquierda y los fotógrafos un poco mas adelante. La oficina de cables de agencias de noticias dejaba atrás mi mundo de medias azules y de jumper del colegio. No solo era la rutina lo que cambiaba. La gente y sus historias, eran diferentes a las que yo conocía. Ni en el bar de la facultad, me sorprendía yo tanto. Había otra realidad, otras caras, a las que me iba lentamente acostumbrando. Matías me cargaba siempre, imitaba mi modo de hablar, que para mi era el único. Era también quién se levantaba de la silla con ímpetu para decirle a mi jefe " esta nota, la hago yo". Daniel solía enviarme a las peores notas. Trabajábamos en policiales. Roberto se reía y subía la mirada sobre los anteojos, asintiendo. Eran mis amigos. Aunque Daniel insistía y dejaba mi apellido anotado para la guardia del día siguiente, en una planilla, sobre la mesa.

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La memoria del teléfono que tengo en la mano no parece tener emociones guardadas. Es diferente a la que llevo en la mano izquierda. Esa toma el bolso y roza el boleto de antes, que todavía sigue prendido ahí.  Hay costumbres que no se ha llevado el tiempo y mis viajes que cada vez son mas espaciados, siguen acumulando las fechas y los momentos anteriores. Miro el teléfono y pienso, si son solo días los que va almacenando.. No entiendo bien cuál es el lugar en el que viven los recuerdos.Todos los muebles del cuarto están en el mismo lugar. El espejo parece brillar más que antes, quizá sea otro. Nuevo y distinto al reflejo de ayer. Siete perchas vacías son las que colgaban otra ropa, y son las mismas en las que voy a poner ese saco que nunca uso y siempre va en el bolso. Es una conferencia y luego vendrá la entrevista que hice en otro tiempo, un tiempo que se repetirá sin eco del que fue-

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_ Tenes que hacer esa entrevista _ me dijo apoyando los papeles en mi escritorio

_ ¿ y cuáles serán las preguntas nuevas? Otro libro más, una reseña nueva_ le dije riendo y agregué _ Cambié de sección hace mucho tiempo -

-Carolina, no discutas más. Está todo arreglado. Hablé con él ayer y solo va a darnos la nota si la haces vos. Acá tenes los pasajes.

Cuando Daniel me llamaba así y no como todos lo hacían, como salía mi firma en las notas, estaba enojado y lidiar con ese hombre así ,era algo que ya había dejado de hacer hacía mucho tiempo.

Tomé los boletos y dejé la redacción dispuesta a cumplir con el pedido y dispuesta también  a enfrentar el recuerdo  que me perseguía desde ese día en el que con mis veinte años a cuestas, aquella nota en la librería, había hecho que mi nombre empezara a repetirse.

Si pudiera tomar una de esas gotas de agua que salpican mis recuerdos, la dejaría rozar mis dedos para que luego cayera al vacío sin quedar enredada en la memoria. Solo una guardaría entre mis manos . No tendría más que la corta duración del pequeño instante en el que yo la mire. El segundo en el que antes de caer, la pensara eterna y la volviera a querer dejar libre. Recuerdos que se esfuman en cadena. Momentos que liberan la ansiedad.
A veces siento que el pasado tomó decisiones en mi nombre y ocupó espacios que llevaban mi apellido. Se adueñó de sueños que parecían míos y los dejó correr por la vida sin llevar mis pasos.

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El chofer está con su brazo apoyado en el asiento, mirándome. Por la postura y su mirada, pienso que debe llevar un buen rato esperando que le pague. Mis ojos se han quedado detenidos en la puerta del hotel. Todo parece estar igual que aquel día, sin que el tiempo haya pasado. Me quedo inmóvil, al entrar a la recepción. Los recuerdos parecen estallar en los grandes ventanales. Las cortinas de pana, solo han cambiado el color, aunque siguen resguardando los momentos y las palabras, entre sus pliegues. Me pregunto qué pasará cuando ya no pueda recordar y  cómo será el olvido, sin huellas en la memoria.
Maldigo el momento en el que acepté este viaje y sin embargo, las preguntas que anoto en mi libreta, me devuelven la ansiedad que creía perdida. Me sacude el recuerdo de su voz diciéndome:
_ "Carolina, sos inquietante"

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Me siento muy bien esta mañana. Es inevitable comparar, desde la ropa que llevo puesta hasta el modo en el que le pido el café doble al mozo, en este desayuno que se parece tanto al que tuve diez años atrás, antes de partir hacia la librería. Seguramente las vidrieras estén renovadas, como imagino lo estará su pelo que quizá sea gris. El bastón que usaba en aquel tiempo lo volvía vulnerable, más allá de no ser ésa, una característica de Adolfo. Voy a terminar con este asunto de una vez, aunque hay algo que me preocupa y a la vez me detiene: mi reacción , ante sus ojos grises.

-Buenos días, quisiera hablar con Adolfo Mendez- y agregué- él me espera, para una entrevista

La mujer, de unos treinta años, se acomodó el pelo hacia un costado y bajó de la banqueta en la que estaba, sorprendiéndome tanto su agilidad, como su desgano.

Me puse a ver los libros que estaban en una de las estanterías cercanas a la vidriera en la que había una gigantografía con la foto de Adolfo. Se veía igual, como si el tiempo no hubiera dejado huellas en su cara. Me acerqué para leer una de las críticas que estaban en negrita, cuando alguien tocó mi hombro sobresaltándome.

-¿Seguís siendo tan curiosa como antes?

-Giré mi cabeza y le sonreí. Seguía sorprendiéndome del mismo modo en el que lo hacía antes de que nuestras vidas cambiaran.

Me tomó del brazo y con la calidez intacta que yo recordaba, con el exacto recuerdo de su mirada en mis ojos, dijo:
-Caro, imagino que has leido mi nuevo libro y al hacerlo has querido saber porqué lo escribí ¿ Es eso o sigues obedeciendo a las órdenes de ese maldito jefe de redacción?
- No has cambiado nada, es increíble, han pasado más de diez años desde que te vi por ultima vez y tu pregunta primera sigue siendo acerca de tus libros. Adolfo- dije mientras sacaba la libreta de mi bolso- esta vez, que sí será la última, no serás vos quién maneje la entrevista
Me interrumpió repitiendo -¿ entrevista? ¿escuché bien?
-Sí. Escuchaste bien. Todo aquello que imagines acerca de los motivos por los cuáles yo estoy acá, no tienen que ver con la realidad.
-¿ realidad? nunca estuviste preocupada por ello-dijo, mirando hacia un costado- ¿Cambiaste sin avisarme?
- Sí, cambié, aunque siguen sin gustarme los aviones y tus preguntas cerradas.
-Caro...me alegra mucho volver a verte, dejá esa libreta y tu entrevista para otro momento. Soy yo quién quiere preguntarte porqué nunca más , después de la última vez que nos vimos, respondiste a mis llamados ni contestaste mis cartas.
Lo miré sorprendida,dudé por un instante en seguir la conversación, quise levantarme y dejarlo sin respuesta, pero su empleada entró sin pedir permiso,interrumpiendo mi silencio. Le rodeó el cuello con sus brazos y le dijo:
-¿ Vas a tardar mucho? acordate que a las ocho  hice la reserva  en " El patio"
-Voy a desocuparme antes, querida, no te preocupes-le contestó Adolfo. besandole su mano izquierda-
Le acerqué su bastón y le dije:
-La conferencia es el viernes a las seis, si te parece podemos hacer la entrevista una hora antes.
-Me parece poco tiempo, para hablar de mi nuevo libro y de todo lo que estuve haciendo en este tiempo-interrumpió Adolfo.
-Tengo un almuerzo en el bar de la esquina del hotel y no pienso moverme de ahí hasta que empiecen todas las presentaciones. Cuando quieras, te esperaré ahí.
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Al dejar la librería fue inevitable recordar la sensación de triunfo, que me recorría la piel y los sentidos. No se si "la dama de las reservas", seguía en la banqueta o  si escuché un adiós al irme. Al tomar el picaporte de la pesada puerta de vidrio, el tiempo transcurrido se esfumó, para traerme nuevamente a esa tarde de diciembre en la que el director de la revista, me llamó a su oficina y dijo:
- Carolina, necesito pedirte algo, que sé vas a conseguir.
Yo llevaba dos meses trabajando en la revista que más vendía en el país y me sentía feliz al haber entrado por un concurso. Era la más chica de todos los periodistas que estaban en la redacción y eso a muchos de ellos, les pesaba.
-Quiero que vayas a ver a  Adolfo Mendez, él tiene una librería en la calle Uruguay y está negado a concedernos la entrevista que quiero- agregó, tomando su pipa para agregarle mas tabaco-aunque hay algo que seguramente no va a gustarte...
Mi fascinación iba aumentando a medida que él hablaba. Siempre había soñado con conocer a ese gran escritor. Sabía de memoria algunas de sus frases, lo admiraba.
-Esto es para mi, algo que siempre quise hacer, encantada iré a verlo y dije riendo- creo tener listas las preguntas y ensayado el tono de voz al realizarlas
-Ese es el problema Carolina, no serás vos quién haga la entrevista. Me cuesta decirte esto, ya que si bién sé que tenes mucha experiencia periodística, en esta revista trabaja hace muchos años René Gilbert y es ella quién se dedica a estas cosas.
-¿ Entonces?-  pregunté
- Conozco a Adolfo desde hace muchos años y se que su debilidad son las mujeres. También sé que no tendrá inconveniente en decirte que si, cuando vayas a verlo. Es más, te pediría que al presentarte en la librería, no menciones la revista.
- ¿Usted me está diciendo que yo seré una suerte de anzuelo, para que él acepte?
-Por favor, toma esto como parte del trabajo, hasta quizá llegue a ser una oportunidad para vos- dijo ya sin mirarme
-Mire, director, voy a ir a ver a Adolfo, también intentaré que acepte la entrevista...pero no le aseguro que no sea yo quién la realice. Sin darle ningún tipo de explicación, dejé su oficina cerrando la puerta mas fuerte que otras veces.

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-
Al sentarme en mi escritorio, las ideas galopaban por mi cabeza, tal como si fueran caballos furiosos. Por primera vez en mi vida sentía la furia estallar por mis venas. Me preguntaba porqué me habían elegido para "conseguir" esa entrevista, desestimando por completo que fuera capaz de mucho más que eso. Estuve a punto de volver a hablar con el director y de presentarle mi renuncia. También me habían quedado las ganas encerradas en mis manos, de golpear mucho mas fuerte esa puerta, al irme. Vencí ese deseo y continué la tarde,como si nada hubiera pasado. Ya en el ascensor, unas horas después me crucé con la directora de la revista de modas de la editorial, que al bajar en el segundo piso, extendió su mano y me dejó su tarjeta diciéndome:
- Soy Ana Donato, veni a verme-  agregó cerrando la puerta enrejada - me gustaría que hagas una sesión de fotos, te espero.


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Tenía 20 años esa tarde. La entrevista salió firmada a la semana de la tarde de mis 20 y luego dejé de trabajar allí.  Recién, acabo de salir de la misma librería de aquella vez y siento exactamente lo mismo que ese día, solo han pasado 26 años.
Es  furia y a la vez triunfo. Las mismas sensaciones hacen eco en el tiempo, en años que  vuelven  a repetir las emociones vividas.
Dos temas eran los que se llevaban todas mis horas, por esos días. Comenzaba a plantearme si la belleza ´física podía anular  todo eso que se iba construyendo en el interior. Me negaba a creer en que una invalidara a la otra. Me preguntaba si podía ser posible que aquello que no elegíamos tener ni nos esforzábamos en lograr, podía opacar ese resto que sí dependía enteramente de cada uno. Quizá tenía una relación directa con la identidad, que era una palabra a la que comenzaba a perderle el miedo y lentamente empezaba a formar parte mía. La identidad cobraba importancia en mi vida, por un asunto de fechas, por un tema de signos y de lugares. Mucho tiempo después fue cuando recién pude comprender y darle la importancia que eso implicaba.  Hasta que eso sucedió, viví con dos signos, con dos fechas de cumpleaños ,creyendo que no podía hacer nada para poder encontrar la verdad. Se iba consolidando en mi la convicción de saber a medias y en cierto modo; de vivir a medias.

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No me costó encontrar la dirección de la librería. La llevaba anotada en la libreta que tenía en el bolso y también en la memoria. Muchas tardes había estado parada frente a esa vidriera durante varios minutos, soñando con entrar y conocer a ese escritor que solo veía en la contratapa de sus libros.
Apenas crucé la puerta, el olor de los libros quedó impregnado en mi ropa y en mi piel. Una señora se acercó y me dijo sonriendo
-Me llama la atención que cada vez haya mas mujeres interesadas en comprar libros. ¿Querés algún título o te dejo mirar tranquila para que elijas?
-Me encantan las librerías y sobretodo cuando quién las atiende es un escritor al que admiro-le contesté sonriendo y agregué- Quisiera ver al Señor Adolfo, ¿está él?
-Si, querida, ya  lo llamo-y antes de cruzar el pasillo giró su cabeza y preguntó:
-¿ Tu nombre?
- Carolina Astrada-le contesté e inmediatamente tomé un libro de la mesa y empecé a leer.

Adolfo apareció en el salón, golpeando su bastón en el piso. Llevaba un traje oscuro que combinaba a la perfección con una camisa blanca y una corbata a rayas muy finas.
Me pareció un hombre grande con una mirada cansada. Esa fue la primer impresión que tuve al verlo. A medida que la tarde fue pasando, sus ojos se volvieron vivaces y nuevos. Su edad se transformó en una incógnita imposible de resolver.
-Carolina-dijo pronunciando cada letra con énfasis- Me decís que has leido mis libros y eso me gusta, tu visita me intriga-
-Voy a decirle el motivo de mi visita, no pretendo intrigarlo-sonreí nerviosa- aunque no creo que me siga tratando así, luego de decirle
-¿Así, cómo? dijo mirándome fijo
-Adolfo, en realidad mi visita se debe a que tengo un jefe, al que usted conoce, que quiere que nos de una entrevista. Trabajo en GRANDES y mi misión es conseguir que usted nos de una entrevista
Adolfo apoyó su espalda en la silla y riéndose me dijo
-Claro que sí, pequeña, creo que vas a hacer un buen reportaje esta tarde, pero nada de fotos-agregó- dile a ese malandra de director que tienes, que esta vez ganó la partida.
-Adolfo- dije decidida a contarle la verdad, para arrepentirme en ese instante- ¿Le parece bien que empecemos ahora?
Duró un instante mi certeza y mis dudas se volvieron preguntas, muchas preguntas que fluían a la par de sus respuestas. Se mezclaban y alumbraban otras, que nacían nuevas.



Adolfo no solo respondía a mis preguntas sino que , mediante ellas, provocaba otras más que jamás me habría animado a realizar.
La entrevista se extendió mucho más de lo previsible. Al ver que en mi libreta solo quedaban dos hojas en blanco, le pregunté
-¿Usted come, también?
-Tienes una habilidad especial para hacerme olvidar de esa necesidad tan básica-riéndose agregó- Si te parece, podemos acercarnos al bar que está en la otra cuadra y comer algo allí.
Ni bién terminó de pronunciar estas palabras, tomó su bastón y extendió su mano, invitándome a dejar la sala. La librería tenía ya sus luces apagadas y la amable señora que me había recibido,no estaba ahí. Cerró con varias llaves la puerta de vidrio y me tomó del brazo, al cruzar la calle. En la esquina se paró abruptamente, me miró y dijo
-Ya sé a quién me recuerdas. Aunque debe tener varios años más que vos.
_ ¿ A quién?-le pregunté asombrada
-¿Te gusta el cine?, seguramente has visto "Desayuno en Tiffany·s", tienes algo que me recuerda a la adorable Audrey
-No la he visto, pero voy a conseguirla-le dije-
- Es una flaquita encantadora-agregó tomándome nuevamente del brazo.

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No era la entrevista ni la admiración que él me provocaba. Era algo más que comenzaba a crecer dentro mío. Una fuerza que iba a trasmano de mi carácter.
Por aquellos días comencé a tomar decisiones importantes que tendrían efectos radicales en la vida que se asomaba tan nueva. Dejé la revista al poco tiempo de conocer a Adolfo. No volví a trabajar como periodista por varios años: los mismos que transcurrieron, sin verlo a él.



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Mientras tomaba el café en la mesa del bar, en la que pronto estaría Adolfo, pensé en los giros que había dado mi vida y en la infinidad de cambios que aquella tarde primera con él en la librería, me había provocado. La admiración que yo sentía por Adolfo, antes de conocerlo personalmente, se había transformado en una especie de idolatría, a la que me llevó años poder dejar. Revuelvo el café y mis pensamientos giran a la misma velocidad de la cuchara. Van en sentido contrario a las agujas del reloj. Del mismo modo en el que él entró en mi vida. Es un movimiento en cïrculos desordenados; que mantiene mi mirada quieta y perdida.
Los años que habían pasado no solo se notaban en mis manos. También el tiempo había dejado huellas en la mirada y mucho más aún, en el modo de mirar. Había mirado el éxito o lo que se asemejaba tanto a ello. Había mirado el pasado con esa vista que suele cambiar la forma de recordar. El tiempo había pasado y ante la espera, la ansiedad había perdido la fuerza y el dominio que antes me doblegaba.

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Lo vi entrar, desde la mesa en la que finalmente había elegido, para esperarlo. Sabía que iban a molestarle las cuatro sillas y los platos que indicaban que no había estado sola. Imaginaba que más aún iba a enojarlo saber que no estaba allí esperando solo su llegada.
- ¿ Qué es esto? - dijo Adolfo, mientras apoyaba su bastón en una silla, para levantar su mano y llamar al mozo
-¿ Qué?- le contesté riéndome
- Vamos más cerca de la ventana-me dijo- ya no elijo estos lugares escondidos
-Adolfo-le dije mientras acomodaba mis papeles- no es un lugar escondido, solo es un buen lugar para trabajar
- ¿Con quién? ¿ Quiénes estuvieron acá?-me preguntó
Sin contestarle, lo acompañé a una mesa que estaba cerca del ventanal. No puedo recordarlo ahora, pero creo que era la misma en la que habíamos estado sentados el día en el que le entregué mi primer libro, para que lo corrigiera. Recuerdo que era verano y también la ropa que había elegido para aquel momento. Mi confianza en él era absoluta por aquellos días. Al mirarlo ahora, siento que el tiempo se ha llevado muchas cosas. Mi confianza y admiración parecen estar intactas, solo que ya no lo miro como antes. Ya no pediría la jarra con menta.


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Me costó poder explicarle a Adolfo el gran vuelco que había dado mi vida. No pude hacerlo con palabras. No busqué frases que lo dejaran pensando. Sucedió a medida que el café doble se iba terminando. En cada trago que iba vaciando la taza, comencé a ver en sus ojos, algo parecido al entendimiento. Se quedaba callado, me miraba, a punto de decir algo volvía a mirar la taza, a callarse, a pensar. Yo lo miraba también y me sorprendía de no estar hablando, haciéndolo reir. Me asombraba no estar buscando permanentemente su apoyo. No era el tiempo lo que había cambiado mi forma de manejarme con él. Ni siquiera las cosas que me habían pasado en esa larga ausencia que quedaba en la borra del café.

- Ya tengo todo listo para la presentación. Decidí no hacerte un nuevo reportaje, al menos no frente a todos- cerré el cuaderno y le pregunté- ¿ Te parece bien que grabemos esta entrevista y que la pasemos durante la conferencia?

Adolfo miró por la ventana. Su perfil me transportaba a esas tardes en las que no podía mirarlo de frente. No esperé su respuesta y saqué la grabadora del bolso. Al presionar la tecla para comenzar la grabación, tomó mi mano con fuerza y dijo
-Permitime empezar a hablar, antes de las preguntas. Voy a ser breve, quiero presentarte
Lo miré intentando contrariarlo. La energía corría entre nuestras manos juntas, hasta que la grabación terminó.

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jueves, 4 de junio de 2015

OTRO VERANO

Miro las flores que se vuelven infinitas, ante cada parpadeo. Miro las hojas que siguen cuidando el espacio que han marcado cerca del árbol. No se ha ido su brillo ni se ha desteñido el color. Ya no caen sobre el pasto, indicando una huida. Quieren quedarse allí donde viven. Vuelvo a mirar el motivo y a intuir la decisión. Se ha escapado la estación y ni siquiera el otoño ha podido con ellas. Viven e insisten en adueñarse del lugar. Quieren tener otro verano y seguir siendo las dueñas de todas las tardes. Miro las flores y sonrío.

miércoles, 3 de junio de 2015

Fragmento de " DAÑO"- *NI UNA MENOS

"Los diálogos a los que muchas veces no les prestamos atención, las palabras que no decimos y quedan envueltas solo en recuerdos, vienen a aparecer después como grandes incógnitas que nos dejan sin certezas.
Se asoman en medio de una nebulosa inexplicable que ya no nos permite mas que callar y pensar.
El tiempo nos va quitando vidas, manos que ya no podemos tomar, conversaciones que solo pasaron y la absoluta realidad de aquello que nos queda. Y entonces nos domina el miedo, conduciéndonos por un camino sinuoso en el que cada movimiento es precedido por la posible pérdida, incluso la de aquel instante que está transcurriendo."
                              ( Fragmento de DAÑO, un libro inédito, que proximamente publicaré)





Una mujer tiene el derecho a decir que no. Puede reclamar y quejarse. Una mujer puede ser diferente a lo que está preestablecido. Una mujer se enoja y enfrenta. Una mujer no acepta ser dominada para sentirse aceptada. Una mujer tiene sueños para cumplir. Tiene el poder de elegir y de rechazar.
Todos los seres humanos tenemos la capacidad de decidir sobre nuestras propias vidas. Elegimos caminos, la forma en la que los recorremos y el modo único en el que cada uno los transita. 
La violencia ejercida sobre otra persona, tiene diferentes caras. Hay violencia en las palabras, en la falta de respeto, en el abuso de poder, en el maltrato físico y en infinidad de circunstancias que terminan con la vida del otro.
Ni una mujer menos, en el mundo.

martes, 2 de junio de 2015

ALGO FALTA

Algo falta en esta tarde. No se bien si ha quedado detenido en el tiempo que pasó o nunca ha existido en los días vividos. Falta la necesidad que sigue latiendo. Falta en el abismo y falta en las yemas de los dedos. Percibo sin tocar la realidad. Alcanzo sin medir la falta, todavía. Han transcurrido días y en ellos años que siento fugados. Quizá la ausencia indique que sí ha estado viva la calma que añoro. Tal vez los recuerdos puedan hablarme al oido acerca del olvido. No hay memoria que pueda ocultar el espacio en el que vivieron los sueños. Existe todavía la pregunta y sigue faltando la respuesta. Puedo ver con nitidez en el almanaque, el día que está tachado y aún no llega.

lunes, 1 de junio de 2015

OTRAS HUELLAS

Alcanzar un objetivo no siempre es fácil. Queremos llegar y en el camino se nos presentan los tan temidos obstáculos. Muchas veces pueden sortearse y otras tantas nos impiden avanzar. Surgen los miedos, en estas circunstancias. Avanzan a paso rápido, llenando de piedras el recorrido. Seguimos porque sabemos que la dificultad no es siempre un freno. Solo nos paraliza, pero no nos bloquea. El objetivo sigue allá y es alcanzable, como todo lo que se sueña imposible. Eso que imaginamos con un rumbo determinado, nos va cambiando los pasos y las huellas son otras. Caminamos nuevas rutas, diferentes a las de los sueños. Son otras, son las propias; esas que no ha sido pisadas aún.

domingo, 31 de mayo de 2015

COLORES

Entre todos los colores de la tarde hay uno que vuelvo a elegir. No le encuentro parecido alguno, en cada día que lo observo. Me transmite tonos diferentes, cada vez que lo miro. No tiene tiempo ni precisión. Es en la inmediatez del parpadeo, solo una sensación. Quiero retenerlo y se me escapa, sin quedar en la memoria. Intento a veces buscarlo en sueños, para despertar y recordarlo. Busco palabras que lo dibujen, para sostener que lo he visto. Yo se que es cierto. Ha vivido en la mirada. Ha existido solo un instante. El momento justo, para no poder olvidarlo.

viernes, 29 de mayo de 2015

PASOS

En los pasos de aquel agosto no había música ni luces fuertes. El ascensor subió hacia el tercer piso y se detuvo como antes, como otra tarde anterior a esa. Tomé el picaporte convencida de abrir la puerta que me conducía a ese lugar que se parecía tanto a la felicidad. Frente al timbre, dudé. La dicha suele ocasionarnos temores y posibles abandonos, aún antes de permitirnos soñar. Moví la mano derecha y elegí golpear la madera oscura. Lo hice solo una vez. No me animé a repetir el sonido. Ya mi corazón latía apresurado, ensordeciendo el momento. El crujido de la antigua puerta al abrir, me sobresaltó del mismo modo en el que lo hicieron sus manos, cruzadas y calmas, un rato después, apoyadas sobre la mesa. Intento acordarme del instante en el que las miradas dejaron de cruzarse, para sostener los miedos que empezaban a nacer allí. Solo recuerdo ahora, los pasos que di al irme.

jueves, 28 de mayo de 2015

DETRÁS DEL VIDRIO

Ver y mirar, desde la vidriera hacia la calle. Las caras se detienen en un viaje silencioso. Los ojos buscan, en la izquierda y en la derecha. Se mueven con prisa. Solo miro los pasos que se detienen. Los observo tras el vidrio y mucho más atrás, también. Todo se ve diferente desde este lugar. Detrás del vidrio las sonrisas parecen detenerse en el tiempo. Puedo captarlas y retenerlas por un instante. Son imágenes sin sonido. Esbozos de alegrías. Delicias de ensueños. Nunca antes había observado los deseos.No escucho las voces, intuyo los sueños. Percibo los deseos, a través del vidrio.

Fragmento de " LA LLAVE DEL VIENTO"

"Estallan en el inconsciente deseos que de ser tan posibles, se nos vuelven pesados y difíciles de sostener. Espacios inventados suceden a días verdaderos , tal como una secuencia de amores y desamores que se enfrentan en el vacío, liberándolos al viento. En la antesala de la realidad, vamos acumulando sensaciones sin vida, sin esa vida que no le damos. Los sueños se nos desmoronan en precipicios de aturdidas pasiones que nos agitan las ideas y nos sacuden los pensamientos. El vuelo de un pájaro se ve tan efímero como el sueño que me regalás y la paciencia infinita de aquellas palabras cansadas, sigue permaneciendo intacta ante mi asombro. Se ve absoluto el vuelo y a la vez impredecible su destino. Se siente inoportuno el deseo y se maldice su posibilidad de volverse real. Tal como las olas que se llevan tus palabras,tal como el viento que puede llevarse tu mirada a otros mares, a otras tierras en las que exista una guarida que la cobije. Habrá un lugar para que viva ese sueño, habrá un mundo para aquellos ojos. Habrá unas manos que lo cuiden y protejan. El viento no se llevará con su fuerte soplido el abrazo. El viento sabrá guiarlo hacia la inmensidad."

miércoles, 27 de mayo de 2015

SIETE PERCHAS (continúa)

Tengo pocos minutos para terminar el bolso, darme un baño y dejar la casa ordenada antes de salir para el aeropuerto. El taxi llegará puntual, como siempre y los papeles que dejé anoche sobre la mesa, estarán exactamente en el mismo lugar, cuando vuelva. En cierto modo, este apuro repetido, al que me he acostumbrado a vivir, tiene que ver con la partida y el regreso. Tal vez haya una estrecha relación entre los mechones de pelo que se me caen al peinarme y los recuerdos que golpean con la misma velocidad en el cepillo azul, que dejo en el baño. Escucho la bocina y calculo el tiempo, miro el reloj y pienso que deben hacer 20 años desde que mi pelo cae. Vuelve a crecer. La memoria no. Queda ahí, enredada en el pasado. Falta llenar el plato hondo con agua. Poner comida en los tres rincones en los que el gato come. Apago las luces, miro lo que queda y me voy. Al cruzar el puente miro el río y dejo de escuchar la voz que habla en la radio, a la par del hombre que maneja y dice algo sobre la crecida. Los anteojos me ayudan en este momento. Simulo leer algo, solo para volver al silencio. No se en qué lugar del bolso guardé el pasaje. Llueve mucho y ya habrá tiempo para encontrarlo. Mis ojos se ven mas grandes ahora, al mirarlo fijo por el espejo retrovisor. No quiero el vuelto. Quiero bajarme del auto y perder el avión.

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CAPÍTULO 1

En los aeropuertos, las ideas parecen aquietarse. Descansan un rato, para luego levantar vuelo y llegar a lugares que ni siquiera imagino. Falta una ahora para que el avión despegue. El tiempo necesario para poder revisar las preguntas, ensayar el tono de voz o tal vez el tiempo justo para volver a la redacción y pedirle a Laura que viaje ella.
No se bien porqué acepté esta nota que ya hice antes.Esa tarde de Agosto tenía puesta una remera gris con una infinidad de pequeños botones que cerraban los miedos que vendrían luego.Intento recordar las palabras y solo se me aparecen imágenes.
-¿Whisky o cognac?-me pregunta la azafata sonriendo

-Mucho hielo y poco whisky-le digo mirando el nudo del pañuelo azul que lleva al cuello

Nunca pude hacer bien el nudo de un pañuelo,ajustarlo lo necesario ni acomodar las puntas. La corbata que usaba en el colegio tenía el nudo fijo y dos elásticos que lo sostenían debajo del cuello de la camisa. Sigo siendo la misma que cuando iba al colegio,sigo sin saber hacer nudos, sigo demorándome en los recuerdos.
Las  turbulencias me traen al presente. Dejo de recordar. Miro la cara de la mujer que va a mi lado. Puedo ver su miedo. Levanto los pies y los dejo suspendidos en el aire. Creo quitarme así, la sensación de vacío. Vuelvo a apoyarlos y pienso que en pocos minutos estaré en el cuarto del hotel y algo mío quedará acá, suspendido en el aire. Algo tiene que haber cambiado en diez años. Antes llevaba un grabador y ahora tengo la memoria guardada en un teléfono.
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Escucho a Génesis. De fondo el teléfono suena insistentemente, mientras miro la mampara empañada del baño.Imagino la voz y el tono de quién puede estar llamando.Su apuro me persigue. Sabe que me molestan sus llamados. Conoce mis tiempos y sin embargo insiste en esta desatinada manera de recordarme que es mi jefe.También sabe que no voy a atenderlo hasta que estos tres días hayan pasado.No se conforma con pedirme que cubra la guardia de los domingos en el diario, Quiere mis francos.Quiere mis horas sin trabajo. Quiere verme preocupada. No lo logra. No le temo, a pesar de haber hecho  todo lo posible para que deje mi trabajo. Las dos entradas para el teatro, quedaron sobre su escritorio. Tenían fecha y número de butaca. Se vencieron ahí, en esa mesa de aquella oficina oscura.
El agua caliente golpea mi cuerpo a la misma velocidad que los recuerdos van cambiando mi expresión. Hay cosas que no pueden olvidarse, porque te marcan y dejan un camino al que ni siquiera las nuevas pisadas logran borrar.Todo lo que fue inicio se vuelve repetido y me transforma la memoria que arranca nueva y cargada de ilusión. La toalla blanca  parece envolver esos días que apenas tienen un pasado.Quiero secar la impotencia con la que quedaron detenidos mis planes.
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Dos colectivos para llegar a Barracas y una cuadra y media para entrar al diario, era la rutina que empezaba a las seis de la tarde y rompía en ese preciso momento en el que abría la puerta de vidrio y todo comenzaba a girar entre las diferentes secciones. Los choferes a la izquierda y los fotógrafos un poco mas adelante. La oficina de cables de agencias de noticias dejaba atrás mi mundo de medias azules y de jumper del colegio. No solo era la rutina lo que cambiaba. La gente y sus historias, eran diferentes a las que yo conocía. Ni en el bar de la facultad, me sorprendía yo tanto. Había otra realidad, otras caras, a las que me iba lentamente acostumbrando. Matías me cargaba siempre, imitaba mi modo de hablar, que para mi era el único. Era también quién se levantaba de la silla con ímpetu para decirle a mi jefe " esta nota, la hago yo". Daniel solía enviarme a las peores notas. Trabajábamos en policiales. Roberto se reía y subía la mirada sobre los anteojos, asintiendo. Eran mis amigos. Aunque Daniel insistía y dejaba mi apellido anotado para la guardia del día siguiente, en una planilla, sobre la mesa.

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La memoria del teléfono que tengo en la mano no parece tener emociones guardadas. Es diferente a la que llevo en la mano izquierda. Esa toma el bolso y roza el boleto de antes, que todavía sigue prendido ahí.  Hay costumbres que no se ha llevado el tiempo y mis viajes que cada vez son mas espaciados, siguen acumulando las fechas y los momentos anteriores. Miro el teléfono y pienso, si son solo días los que va almacenando.. No entiendo bien cuál es el lugar en el que viven los recuerdos.Todos los muebles del cuarto están en el mismo lugar. El espejo parece brillar más que antes, quizá sea otro. Nuevo y distinto al reflejo de ayer. Siete perchas vacías son las que colgaban otra ropa, y son las mismas en las que voy a poner ese saco que nunca uso y siempre va en el bolso. Es una conferencia y luego vendrá la entrevista que hice en otro tiempo, un tiempo que se repetirá sin eco del que fue-

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_ Tenes que hacer esa entrevista _ me dijo apoyando los papeles en mi escritorio

_ ¿ y cuáles serán las preguntas nuevas? Otro libro más, una reseña nueva_ le dije riendo y agregué _ Cambié de sección hace mucho tiempo -

-Carolina, no discutas más. Está todo arreglado. Hablé con él ayer y solo va a darnos la nota si la haces vos. Acá tenes los pasajes.

Cuando Daniel me llamaba así y no como todos lo hacían, como salía mi firma en las notas, estaba enojado y lidiar con ese hombre así ,era algo que ya había dejado de hacer hacía mucho tiempo.

Tomé los boletos y dejé la redacción dispuesta a cumplir con el pedido y dispuesta también  a enfrentar el recuerdo  que me perseguía desde ese día en el que con mis veinte años a cuestas, aquella nota en la librería, había hecho que mi nombre empezara a repetirse.

Si pudiera tomar una de esas gotas de agua que salpican mis recuerdos, la dejaría rozar mis dedos para que luego cayera al vacío sin quedar enredada en la memoria. Solo una guardaría entre mis manos . No tendría más que la corta duración del pequeño instante en el que yo la mire. El segundo en el que antes de caer, la pensara eterna y la volviera a querer dejar libre. Recuerdos que se esfuman en cadena. Momentos que liberan la ansiedad.
A veces siento que el pasado tomó decisiones en mi nombre y ocupó espacios que llevaban mi apellido. Se adueñó de sueños que parecían míos y los dejó correr por la vida sin llevar mis pasos.

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El chofer está con su brazo apoyado en el asiento, mirándome. Por la postura y su mirada, pienso que debe llevar un buen rato esperando que le pague. Mis ojos se han quedado detenidos en la puerta del hotel. Todo parece estar igual que aquel día, sin que el tiempo haya pasado. Me quedo inmóvil, al entrar a la recepción. Los recuerdos parecen estallar en los grandes ventanales. Las cortinas de pana, solo han cambiado el color, aunque siguen resguardando los momentos y las palabras, entre sus pliegues. Me pregunto qué pasará cuando ya no pueda recordar y  cómo será el olvido, sin huellas en la memoria.
Maldigo el momento en el que acepté este viaje y sin embargo, las preguntas que anoto en mi libreta, me devuelven la ansiedad que creía perdida. Me sacude el recuerdo de su voz diciéndome:
_ "Carolina, sos inquietante"

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Me siento muy bien esta mañana. Es inevitable comparar, desde la ropa que llevo puesta hasta el modo en el que le pido el café doble al mozo, en este desayuno que se parece tanto al que tuve diez años atrás, antes de partir hacia la librería. Seguramente las vidrieras estén renovadas, como imagino lo estará su pelo que quizá sea gris. El bastón que usaba en aquel tiempo lo volvía vulnerable, más allá de no ser ésa, una característica de Adolfo. Voy a terminar con este asunto de una vez, aunque hay algo que me preocupa y a la vez me detiene: mi reacción , ante sus ojos grises.

-Buenos días, quisiera hablar con Adolfo Mendez- y agregué- él me espera, para una entrevista

La mujer, de unos treinta años, se acomodó el pelo hacia un costado y bajó de la banqueta en la que estaba, sorprendiéndome tanto su agilidad, como su desgano.

Me puse a ver los libros que estaban en una de las estanterías cercanas a la vidriera en la que había una gigantografía con la foto de Adolfo. Se veía igual, como si el tiempo no hubiera dejado huellas en su cara. Me acerqué para leer una de las críticas que estaban en negrita, cuando alguien tocó mi hombro sobresaltándome.

-¿Seguís siendo tan curiosa como antes?

-Giré mi cabeza y le sonreí. Seguía sorprendiéndome del mismo modo en el que lo hacía antes de que nuestras vidas cambiaran.

Me tomó del brazo y con la calidez intacta que yo recordaba, con el exacto recuerdo de su mirada en mis ojos, dijo:
-Caro, imagino que has leido mi nuevo libro y al hacerlo has querido saber porqué lo escribí ¿ Es eso o sigues obedeciendo a las órdenes de ese maldito jefe de redacción?
- No has cambiado nada, es increíble, han pasado más de diez años desde que te vi por ultima vez y tu pregunta primera sigue siendo acerca de tus libros. Adolfo- dije mientras sacaba la libreta de mi bolso- esta vez, que sí será la última, no serás vos quién maneje la entrevista
Me interrumpió repitiendo -¿ entrevista? ¿escuché bien?
-Sí. Escuchaste bien. Todo aquello que imagines acerca de los motivos por los cuáles yo estoy acá, no tienen que ver con la realidad.
-¿ realidad? nunca estuviste preocupada por ello-dijo, mirando hacia un costado- ¿Cambiaste sin avisarme?
- Sí, cambié, aunque siguen sin gustarme los aviones y tus preguntas cerradas.
-Caro...me alegra mucho volver a verte, dejá esa libreta y tu entrevista para otro momento. Soy yo quién quiere preguntarte porqué nunca más , después de la última vez que nos vimos, respondiste a mis llamados ni contestaste mis cartas.
Lo miré sorprendida,dudé por un instante en seguir la conversación, quise levantarme y dejarlo sin respuesta, pero su empleada entró sin pedir permiso,interrumpiendo mi silencio. Le rodeó el cuello con sus brazos y le dijo:
-¿ Vas a tardar mucho? acordate que a las ocho  hice la reserva  en " El patio"
-Voy a desocuparme antes, querida, no te preocupes-le contestó Adolfo. besandole su mano izquierda-
Le acerqué su bastón y le dije:
-La conferencia es el viernes a las seis, si te parece podemos hacer la entrevista una hora antes.
-Me parece poco tiempo, para hablar de mi nuevo libro y de todo lo que estuve haciendo en este tiempo-interrumpió Adolfo.
-Tengo un almuerzo en el bar de la esquina del hotel y no pienso moverme de ahí hasta que empiecen todas las presentaciones. Cuando quieras, te esperaré ahí.
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Al dejar la librería fue inevitable recordar la sensación de triunfo, que me recorría la piel y los sentidos. No se si "la dama de las reservas", seguía en la banqueta o  si escuché un adiós al irme. Al tomar el picaporte de la pesada puerta de vidrio, el tiempo transcurrido se esfumó, para traerme nuevamente a esa tarde de diciembre en la que el director de la revista, me llamó a su oficina y dijo:
- Carolina, necesito pedirte algo, que sé vas a conseguir.
Yo llevaba dos meses trabajando en la revista que más vendía en el país y me sentía feliz al haber entrado por un concurso. Era la más chica de todos los periodistas que estaban en la redacción y eso a muchos de ellos, les pesaba.
-Quiero que vayas a ver a  Adolfo Mendez, él tiene una librería en la calle Uruguay y está negado a concedernos la entrevista que quiero- agregó, tomando su pipa para agregarle mas tabaco-aunque hay algo que seguramente no va a gustarte...
Mi fascinación iba aumentando a medida que él hablaba. Siempre había soñado con conocer a ese gran escritor. Sabía de memoria algunas de sus frases, lo admiraba.
-Esto es para mi, algo que siempre quise hacer, encantada iré a verlo y dije riendo- creo tener listas las preguntas y ensayado el tono de voz al realizarlas
-Ese es el problema Carolina, no serás vos quién haga la entrevista. Me cuesta decirte esto, ya que si bién sé que tenes mucha experiencia periodística, en esta revista trabaja hace muchos años René Gilbert y es ella quién se dedica a estas cosas.
-¿ Entonces?-  pregunté
- Conozco a Adolfo desde hace muchos años y se que su debilidad son las mujeres. También sé que no tendrá inconveniente en decirte que si, cuando vayas a verlo. Es más, te pediría que al presentarte en la librería, no menciones la revista.
- ¿Usted me está diciendo que yo seré una suerte de anzuelo, para que él acepte?
-Por favor, toma esto como parte del trabajo, hasta quizá llegue a ser una oportunidad para vos- dijo ya sin mirarme
-Mire, director, voy a ir a ver a Adolfo, también intentaré que acepte la entrevista...pero no le aseguro que no sea yo quién la realice. Sin darle ningún tipo de explicación, dejé su oficina cerrando la puerta mas fuerte que otras veces.

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Al sentarme en mi escritorio, las ideas galopaban por mi cabeza, tal como si fueran caballos furiosos. Por primera vez en mi vida sentía la furia estallar por mis venas. Me preguntaba porqué me habían elegido para "conseguir" esa entrevista, desestimando por completo que fuera capaz de mucho más que eso. Estuve a punto de volver a hablar con el director y de presentarle mi renuncia. También me habían quedado las ganas encerradas en mis manos, de golpear mucho mas fuerte esa puerta, al irme. Vencí ese deseo y continué la tarde,como si nada hubiera pasado. Ya en el ascensor, unas horas después me crucé con la directora de la revista de modas de la editorial, que al bajar en el segundo piso, extendió su mano y me dejó su tarjeta diciéndome:
- Soy Ana Donato, veni a verme-  agregó cerrando la puerta enrejada - me gustaría que hagas una sesión de fotos, te espero.


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Tenía 20 años esa tarde. La entrevista salió firmada a la semana de la tarde de mis 20 y luego dejé de trabajar allí.  Recién, acabo de salir de la misma librería de aquella vez y siento exactamente lo mismo que ese día, solo han pasado 26 años.
Es  furia y a la vez triunfo. Las mismas sensaciones hacen eco en el tiempo, en años que  vuelven  a repetir las emociones vividas.
Dos temas eran los que se llevaban todas mis horas, por esos días. Comenzaba a plantearme si la belleza ´física podía anular  todo eso que se iba construyendo en el interior. Me negaba a creer en que una invalidara a la otra. Me preguntaba si podía ser posible que aquello que no elegíamos tener ni nos esforzábamos en lograr, podía opacar ese resto que sí dependía enteramente de cada uno. Quizá tenía una relación directa con la identidad, que era una palabra a la que comenzaba a perderle el miedo y lentamente empezaba a formar parte mía. La identidad cobraba importancia en mi vida, por un asunto de fechas, por un tema de signos y de lugares. Mucho tiempo después fue cuando recién pude comprender y darle la importancia que eso implicaba.  Hasta que eso sucedió, viví con dos signos, con dos fechas de cumpleaños ,creyendo que no podía hacer nada para poder encontrar la verdad. Se iba consolidando en mi la convicción de saber a medias y en cierto modo; de vivir a medias.

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No me costó encontrar la dirección de la librería. La llevaba anotada en la libreta que tenía en el bolso y también en la memoria. Muchas tardes había estado parada frente a esa vidriera durante varios minutos, soñando con entrar y conocer a ese escritor que solo veía en la contratapa de sus libros.
Apenas crucé la puerta, el olor de los libros quedó impregnado en mi ropa y en mi piel. Una señora se acercó y me dijo sonriendo
-Me llama la atención que cada vez haya mas mujeres interesadas en comprar libros. ¿Querés algún título o te dejo mirar tranquila para que elijas?
-Me encantan las librerías y sobretodo cuando quién las atiende es un escritor al que admiro-le contesté sonriendo y agregué- Quisiera ver al Señor Adolfo, ¿está él?
-Si, querida, ya  lo llamo-y antes de cruzar el pasillo giró su cabeza y preguntó:
-¿ Tu nombre?
- Carolina Astrada-le contesté e inmediatamente tomé un libro de la mesa y empecé a leer.

Adolfo apareció en el salón, golpeando su bastón en el piso. Llevaba un traje oscuro que combinaba a la perfección con una camisa blanca y una corbata a rayas muy finas.
Me pareció un hombre grande con una mirada cansada. Esa fue la primer impresión que tuve al verlo. A medida que la tarde fue pasando, sus ojos se volvieron vivaces y nuevos. Su edad se transformó en una incógnita imposible de resolver.
-Carolina-dijo pronunciando cada letra con énfasis- Me decís que has leido mis libros y eso me gusta, tu visita me intriga-
-Voy a decirle el motivo de mi visita, no pretendo intrigarlo-sonreí nerviosa- aunque no creo que me siga tratando así, luego de decirle
-¿Así, cómo? dijo mirándome fijo
-Adolfo, en realidad mi visita se debe a que tengo un jefe, al que usted conoce, que quiere que nos de una entrevista. Trabajo en GRANDES y mi misión es conseguir que usted nos de una entrevista
Adolfo apoyó su espalda en la silla y riéndose me dijo
-Claro que sí, pequeña, creo que vas a hacer un buen reportaje esta tarde, pero nada de fotos-agregó- dile a ese malandra de director que tienes, que esta vez ganó la partida.
-Adolfo- dije decidida a contarle la verdad, para arrepentirme en ese instante- ¿Le parece bien que empecemos ahora?
Duró un instante mi certeza y mis dudas se volvieron preguntas, muchas preguntas que fluían a la par de sus respuestas. Se mezclaban y alumbraban otras, que nacían nuevas.

Adolfo no solo respondía a mis preguntas sino que , mediante ellas, provocaba otras más que jamás me habría animado a realizar.
La entrevista se extendió mucho más de lo previsible. Al ver que en mi libreta solo quedaban dos hojas en blanco, le pregunté
-¿Usted come, también?
-Tienes una habilidad especial para hacerme olvidar de esa necesidad tan básica-riéndose agregó- Si te parece, podemos acercarnos al bar que está en la otra cuadra y comer algo allí.
Ni bién terminó de pronunciar estas palabras, tomó su bastón y extendió su mano, invitándome a dejar la sala. La librería tenía ya sus luces apagadas y la amable señora que me había recibido,no estaba ahí. Cerró con varias llaves la puerta de vidrio y me tomó del brazo, al cruzar la calle. En la esquina se paró abruptamente, me miró y dijo
-Ya sé a quién me recuerdas. Aunque debe tener varios años más que vos.
_ ¿ A quién?-le pregunté asombrada
-¿Te gusta el cine?, seguramente has visto "Desayuno en Tiffany·s", tienes algo que me recuerda a la adorable Audrey
-No la he visto, pero voy a conseguirla-le dije-
- Es una flaquita encantadora-agregó tomándome nuevamente del brazo.

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No era la entrevista ni la admiración que él me provocaba. Era algo más que comenzaba a crecer dentro mío. Una fuerza que iba a trasmano de mi carácter.
Por aquellos días comencé a tomar decisiones importantes que tendrían efectos radicales en la vida que se asomaba tan nueva. Dejé la revista al poco tiempo de conocer a Adolfo. No volví a trabajar como periodista por varios años: los mismos que transcurrieron, sin verlo a él.



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Mientras tomaba el café en la mesa del bar, en la que pronto estaría Adolfo, pensé en los giros que había dado mi vida y en la infinidad de cambios que aquella tarde primera con él en la librería, me había provocado. La admiración que yo sentía por Adolfo, antes de conocerlo personalmente, se había transformado en una especie de idolatría, a la que me llevó años poder dejar. Revuelvo el café y mis pensamientos giran a la misma velocidad de la cuchara. Van en sentido contrario a las agujas del reloj. Del mismo modo en el que él entró en mi vida. Es un movimiento en cïrculos desordenados; que mantiene mi mirada quieta y perdida.
Los años que habían pasado no solo se notaban en mis manos. También el tiempo había dejado huellas en la mirada y mucho más aún, en el modo de mirar. Había mirado el éxito o lo que se asemejaba tanto a ello. Había mirado el pasado con esa vista que suele cambiar la forma de recordar. El tiempo había pasado y ante la espera, la ansiedad había perdido la fuerza y el dominio que antes me doblegaba.