miércoles, 8 de julio de 2015

EL VUELO DEL TIEMPO

Ha pasado el tiempo. Ha recorrido horas y días en años vividos. Muchas veces me ha visitado en las horas que parecían quietas. Se ha detenido en el sonido de mi risa aturdida. No lo he notado en algunas ocasiones. Ha pasado desapercibido en instantes que corrían con prisa. La otra tarde, esa que simulaba ser un espacio para que la memoria soltara sus anclas, algo llamó mi atención. Detuvo mi latido y la mirada se fijó en el cielo. Corrían blancas las nubes. No pude desviar mis ojos ante el movimiento permanente. Entendí, en ese segundo que duró siglos, que todo iba transcurriendo a una velocidad imposible de detener. El amor, la tristeza, el asombro; todo seguía latiendo mientras solo observaba. Pude pensar en la cantidad de situaciones que estarían sucediendo, mientras mis manos solo captaban el vuelo del tiempo. Las piernas inmóviles y el cuerpo asombrado, ante la inmensidad. Ha pasado el tiempo, otra vez, frente a mis ojos que aún miran.

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