miércoles, 1 de julio de 2015

FRAGMENTO DE " SIETE PERCHAS"

En los aeropuertos, las ideas parecen aquietarse. Descansan un rato, para luego levantar vuelo y llegar a lugares que ni siquiera imagino. Falta una ahora para que el avión despegue. El tiempo necesario para poder revisar las preguntas, ensayar el tono de voz o tal vez el tiempo justo para volver a la redacción y pedirle a Laura que viaje ella.
No se bien porqué acepté esta nota que ya hice antes.Esa tarde de Agosto tenía puesta una remera gris con una infinidad de pequeños botones que cerraban los miedos que vendrían luego.Intento recordar las palabras y solo se me aparecen imágenes.
-¿Whisky o cogñac?-me pregunta la azafata sonriendo

-Mucho hielo y poco whisky-le digo mirando el nudo del pañuelo azul que lleva al cuello

Nunca pude hacer bien el nudo de un pañuelo,ajustarlo lo necesario ni acomodar las puntas. La corbata que usaba en el colegio tenía el nudo fijo y dos elásticos que lo sostenían debajo del cuello de la camisa. Sigo siendo la misma que cuando iba al colegio,sigo sin saber hacer nudos, sigo demorándome en los recuerdos.
Las  turbulencias me traen al presente. Dejo de recordar. Miro la cara de la mujer que va a mi lado. Puedo ver su miedo. Levanto los pies y los dejo suspendidos en el aire. Creo quitarme así, la sensación de vacío. Vuelvo a apoyarlos y pienso que en pocos minutos estaré en el cuarto del hotel y algo mío quedará acá, suspendido en el aire. Algo tiene que haber cambiado en diez años. Antes llevaba un grabador y ahora tengo la memoria guardada en un teléfono.
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Escucho a Génesis. De fondo el teléfono suena insistentemente, mientras miro la mampara empañada del baño.Imagino la voz y el tono de quién puede estar llamando.Su apuro me persigue. Sabe que me molestan sus llamados. Conoce mis tiempos y sin embargo insiste en esta desatinada manera de recordarme que es mi jefe.También sabe que no voy a atenderlo hasta que estos tres días hayan pasado.No se conforma con pedirme que cubra la guardia de los domingos en el diario, Quiere mis francos.Quiere mis horas sin trabajo. Quiere verme preocupada. No lo logra. No le temo, a pesar de haber hecho  todo lo posible para que deje mi trabajo. Las dos entradas para el teatro, quedaron sobre su escritorio. Tenían fecha y número de butaca. Se vencieron ahí, en esa mesa de aquella oficina oscura.
El agua caliente golpea mi cuerpo a la misma velocidad que los recuerdos van cambiando mi expresión. Hay cosas que no pueden olvidarse, porque te marcan y dejan un camino al que ni siquiera las nuevas pisadas logran cambiar.Todo lo que fue inicio se vuelve repetido y me transforma la memoria que arranca nueva y cargada de ilusión. La toalla blanca  parece envolver esos días que apenas tienen un pasado.Quiero secar la impotencia con la que quedaron detenidos mis planes.
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Dos colectivos para llegar a Barracas y una cuadra y media para entrar al diario, era la rutina que empezaba a las seis de la tarde y rompía en ese preciso momento en el que abría la puerta de vidrio y todo comenzaba a girar entre las diferentes secciones. Los choferes a la izquierda y los fotógrafos un poco mas adelante. La oficina de cables de agencias de noticias dejaba atrás mi mundo de medias azules y de jumper del colegio. No solo era la rutina lo que cambiaba. La gente y sus historias, eran diferentes a las que yo conocía. Ni en el bar de la facultad, me sorprendía yo tanto. Había otra realidad, otras caras, a las que me iba lentamente acostumbrando. Matías me cargaba siempre, imitaba mi modo de hablar, que para mi era el único. Era también quién se levantaba de la silla con ímpetu para decirle a mi jefe " esta nota, la hago yo". Daniel solía enviarme a las peores notas. Trabajábamos en policiales. Roberto se reía y subía la mirada sobre los anteojos, asintiendo. Eran mis amigos. Aunque Daniel insistía y dejaba mi apellido anotado para la guardia del día siguiente, en una planilla, sobre la mesa.

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La memoria del teléfono que tengo en la mano no parece tener emociones guardadas. Es diferente a la que llevo en la mano izquierda. Esa toma el bolso y roza el boleto de antes, que todavía sigue prendido ahí. Hay costumbres que no se ha llevado el tiempo y mis viajes que cada vez son mas espaciados, siguen acumulando las fechas y los momentos anteriores.Miro el teléfono y pienso si son solo días los que va almacenando.. No entiendo bien cuál es el lugar en el que viven los recuerdos.Todos los muebles del cuarto están en el mismo lugar. El espejo parece brillar más que antes, quizá sea otro. Nuevo y distinto al reflejo de ayer.Siete perchas vacías son las que colgaban otra ropa, y son las mismas en las que voy a poner ese saco que nunca uso y siempre va en el bolso. Es una conferencia y luego vendrá la entrevista que hice en otro tiempo, un tiempo que se repetirá sin eco del que fue.

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_ Tenes que hacer esa entrevista _ me dijo apoyando los papeles en mi escritorio

_ ¿ y cuáles serán las preguntas nuevas? Otro libro más, una reseña nueva-le dije riendo y agregué _ Cambié de sección hace mucho tiempo -

-Carolina, no discutas más. Está todo arreglado. Hablé con él ayer y solo va a darnos la nota si la haces vos.Acá tenes los pasajes.

Cuando Daniel me llamaba así y no como todos lo hacían, como salía mi firma en las notas, estaba enojado y lidiar con ese hombre así ,era algo que ya había dejado de hacer hacía mucho tiempo.

Tomé los boletos y dejé la redacción dispuesta a cumplir con el pedido y dispuesta también  a enfrentar el recuerdo  que me perseguía desde ese día en el que con mis veinte años aquella nota en la librería, había hecho que mi nombre empezara a repetirse.




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