viernes, 29 de mayo de 2015

PASOS

En los pasos de aquel agosto no había música ni luces fuertes. El ascensor subió hacia el tercer piso y se detuvo como antes, como otra tarde anterior a esa. Tomé el picaporte convencida de abrir la puerta que me conducía a ese lugar que se parecía tanto a la felicidad. Frente al timbre, dudé. La dicha suele ocasionarnos temores y posibles abandonos, aún antes de permitirnos soñar. Moví la mano derecha y elegí golpear la madera oscura. Lo hice solo una vez. No me animé a repetir el sonido. Ya mi corazón latía apresurado, ensordeciendo el momento. El crujido de la antigua puerta al abrir, me sobresaltó del mismo modo en el que lo hicieron sus manos, cruzadas y calmas, un rato después, apoyadas sobre la mesa. Intento acordarme del instante en el que las miradas dejaron de cruzarse, para sostener los miedos que empezaban a nacer allí. Solo recuerdo ahora, los pasos que di al irme.

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