domingo, 21 de junio de 2015

SIGUE AHÍ

Una mezcla explosiva era la que me provocaba papá. El modo en el que acarreaba el éxito, íntegramente logrado, paso a paso y con una cierta timidez. Sus días en la cima atenuados por esos otros tiempos en los que nada parecía tener y seguía siendo el mismo. Lo miro, está dormido. Sus manos están cruzadas, apoyadas sobre la sábana blanca. La verruga en el mismo lugar, casi sobre su pestaña oscura. Me parece verlo en su escritorio, seleccionando las notas, con cuatro o cinco personas a su alrededor. Todos en la oficina vidriada del diario. El dueño de las decisiones. Su traje. Sus bigotes. Pero hoy no hay periodistas a su lado, ni un cajón ni su escritorio. No hay ruidos de teclas de Olivetti, sonando por ahí. Sin embargo, sigue siendo dueño de sus decisiones y sigue mirando igual. Sigue hablando con el mismo tono bajo y firme, pero esta vez dice " de ninguna manera" y no somos periodistas ni trabajamos con él. Solo estamos asintiendo en silencio y sin cuestionar. Porque esta nota final que papá decide publicar, casi en el cierre, nos mantiene juntos, desesperados, y ante nuestras miradas que le dicen " papá, no hemos terminado", él, como en otros tiempos, dice: "pues, yo sí".
Son las tres de la tarde, sigue octubre y papá se va.

No hay comentarios:

Publicar un comentario