jueves, 17 de marzo de 2016

SORPRESA ESCONDIDA

Volver cada tarde a la casa. Abrir la misma puerta y sentarse en el mismo lugar. Todo parece tan simple y natural que la repetición se vuelve costumbre hasta llegar a transformarse en un hábito que parece dejar atrás el asombro. Apoyar los platos vacíos en la mesa y acomodar la fuente con comida sobre la tabla de madera, es mucho más que parte de lo cotidiano. Implica la mágica posibilidad de estar juntos terminando el día. Los movimientos de las manos al tomar los cubiertos y el sonido del agua fría cayendo del botellón ; nos hablan en definitiva de la fantástica aparición de otro día más.
Con los años se me ha ido el miedo a la rutina. He comenzado a disfrutar el solo hecho de poder vivirla y ansío cada instante que lejos de parecer el mismo de ayer, siempre tiene una sorpresa escondida. Las servilletas tienen nuevas marcas al doblarlas y nuevas horas por desplegar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario