Es difícil imaginar que el tiempo pueda detenerse. Ni siquiera es posible soñar un instante quieto, entre las horas que siguen pasando. Hay recuerdos y momentos que intentamos guardar en la memoria, pero aún así, van cambiando sus colores y amaneciendo diferentes a aquellos que en alguna hora sucedieron. Hay horas que se han quedado sobrevolando en imágenes. Parecen estar flotando sobre la piel, sin dejarla dormir. No podrán ser sueños ni anhelos. Solo reaparecen como instantes sucedidos. Como minutos , que si bien han fugado, están ahí. Es una intensa sucesion de espacios que fueron encadenándose unos a otros, sin dejar huellas. No hay marcas visibles ni exactas precisiones sobre su paso por la memoria. Aún así, aquellas horas insisten en contrariar el tiempo que sigue su recorrido. Han modificado la espera y han convertido el día, el día que se fue, en mucho más que un recuerdo.
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