jueves, 15 de junio de 2017

"EL DÍA EN EL QUE LOS EDIFICIOS SE VOLVIERON GIGANTES"

Caminaba junto a papá, esa tarde. No recuerdo bien la calle ni la hora. Sé que los pasos, mis pasos, eran cortos y apurados. Los zapatos del colegio y las medias tres cuartos. Uno de los tantos sábados que salíamos a caminar y a tener esas conversaciones que con el paso del tiempo, necesitaría recordar. Mi mirada estaba fija en esa vereda que pisaba. Solo por momentos levantaba la vista para entender que todo se me iba haciendo grande, inalcanzablemente grande. Papá me contaba, ese día, de qué trataba el amor. Lo hacía en un modo directo que iba taladrándome esa ilusión que empezaba a latir en mis catorce años. Por momentos lo miraba, sorprendida, casi pidiéndole en silencio que dejara ese tema para mas adelante. No entendía ni aceptaba que eso de lo que él me hablaba, fuera real. Quería seguir creyendo en que no había forma de separar la ilusión de la atracción. Necesitaba tener otra visión más sensible a lo que escuchaban mis oidos. No era fácil mantener una charla así, en la calle, a mi edad, con la agenda que llevaba en mi mochila; llena de frases de amor en colores. No se bién las palabras que usó pero sí recuerdo que me señaló una pareja que caminaba un poco más adelante nuestro. Quería marcar las diferencias entre lo que siente un hombre y una mujer. Yo iba asintiendo con cierta timidez, como si no me doliera, tal como si todo ese mundo nuevo que me estaba enseñando, fuera inexistente. Papá no hacía pausas, solo iba agregando algunas cosas que me hacían reir. Pasaron muchos años desde aquella tarde pero cada tanto, necesito hacer memoria y volver a recrear esa conversación que recién entendí hace unas horas, hoy, cuando los edificios otra vez se volvieron gigantes.

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