miércoles, 12 de julio de 2017

LUEGO, EL INVIERNO

La felicidad generalmente transcurre en cortos intervalos del tiempo. Puede repetirse, puede demorarse; pero es extraño que permaneza imóvil y detenida. A veces, la felicidad , se consolida en algunas horas que pertenecen a un solo día. Parecen estallar las emociones hasta ir desvaneciéndose lentamente en un período mucho mayor a ese breve espacio en el que simulaban la eternidad. Creo que toda esta historia de la permanente búsqueda de la felicidad tiene una estrecha relación con el verano. Sí, el calor parece ser el mago que permite que la felicidad viva en horas. Luego el invierno se va ocupando de enfriar las alegrías. Estira los tiempos y los encuentros, casi contrariando la sonrisa y la alegría que vivía en marzo. Le pongo una bufanda con dos colores a este julio que amenaza heladas y preparo un té con miel para entender que los inviernos son necesarios para que luego lleguen veranos nuevos.

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