jueves, 14 de enero de 2016

JUEGOS

Siempre supe jugar con la soledad. Me entusiasmaba la idea de inventar voces y de encontrar rincones con colores nuevos. Mi mundo se llenaba de palabras en ese silencio en el que yo jugaba. Tenía letras, lanas y aquella muñeca con ojos verdes a mi lado. No recuerdo qué nombre tenía, pero cierro los ojos y vuelvo a verla con su pelo oscuro. Con el tiempo fui llenando los espacios y dejando atrás los días solitarios. Se terminaron los sobres que traían las sorpresas que esperaba. Una tarde descubrí que en el ruido se encontraban todos los silencios de la infancia. Los había guardado detrás de un postigo, en un juego de escondidas que nadie pudo encontrar. Ahora escondo el ruido, debajo de la almohada.

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