La percepción es mucho más que una sensación. Nos deja los pies mojados y la mirada quieta en el agua que vuelve al mar. La ola ya se ha ido y en el cuerpo sigue existiendo la promesa.
Pasa una vez, la primera, sin dejar huellas en la memoria. Se asemeja a un sueño que no sucedió. Luego se repite una y otra vez comenzando a transcurrir entre la realidad y la espera. Se nos vuelve certeza aquello que solo era pensamiento y se retira la duda tal como lo hace el mar. Quedan en la orilla los sueños, aún sin despertar.
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