domingo, 16 de octubre de 2016

SEGUNDA SERIE DE DIEZ ( " CON EL TIEMPO Y LAS PISADAS")

Mi abuela "la negra", era miedosa. Mamá, también es miedosa. Yo, tengo varios miedos, algunos por herencia y otros adquiridos. Todos estos miedos no pudieron anular las fuerzas ni las ganas. Nos acompañaron en las luchas por vencerlos y en el poder controlarlos. Muchas veces leo que no es bueno tener miedos y que todo lo que uno se propone puede lograrlo, si se cruza ese miedo. Pienso que no todo se puede. El miedo es para mi un bastón con el que puedo avanzar. No es un obstáculo; es parte de la vida. No se es más débil, por tener miedos. Antes de tener a mi primer bebé, pensaba que ser mamá era algo muy difícil de lograr. Tenía muchos miedos y mas allá de las ganas y de la felicidad de imaginar un hijo en mis brazos; el miedo siempre estaba ahí. Con el tiempo y las pisadas, la misma vida fue quitándome el tamaño de los miedos. Se fue achicando lentamente para volverse fuerte y necesario. El miedo, fue enseñándome que no es una mala compañía. No anula ni complica. Es parte y motor de todos los sueños. De los que cumplimos y de esos que quedan solo en el intento. No dejo que el miedo borre mis recuerdos. No existe el miedo en la memoria. En los miedos, vive la fuerza que nos hace seguir. No se detienen las ganas ni los sueños; por aceptar el miedo. Abuela le tenía miedo a la soledad. No le gustaba quedarse ni un rato sola. Una vez, creo que ya había cumplido ochenta, bajó los cinco pisos por la escalera, solo porque se había asustado. Abuela fue gigante y aún en sus miedos; nunca dejó de animarse a todo. Los miedos, son miedos pero no trabas. Solo hay que seguirlos, guiñarles un ojo  y continuar el camino.

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