sábado, 25 de abril de 2015

CUATRO TULES

Han quedado cuatro tules asomando del baúl. No están rotos y su textura se mantiene intacta. Quizá los colores, tal vez los tonos. Parecen resguardar el tiempo transcurrido. Busco la llave, para así liberarlos. Se ven aprisionados. Las trabas de bronce a los costados de la cerradura, relucen sin brillo. Pienso si los guardé así, escapando del encierro. Recuerdo el momento en el que quise atesorar la sensación. Los acomodé uno sobre otro, apilando las emociones. No pude notar que sus puntas iban a desafiar la memoria. El celeste se mezclaba con el azul, en la mañana de ese ayer. Los doblé aprisionando el vuelo del viento que entraba por la ventana del altillo. Intenté aquietar el movimiento, cerrando con fuerza la vida que latía. Vuelvo a veces, por las tardes, y miro los bordes aturdida. No tienen rastros ni huellas de otras manos. Solo asoman sus puntas, para recordarme que siguen ahí, sin ser pasado.

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