De un sueño, se recuerdan sensaciones. Uno despierta con la certeza de haber vivido aquello que va asomando en la memoria. Nos han quedado imágenes y voces, tal como si hubieran hecho un surco en la realidad. Nos ha quedado un abrazo, pegado a las entrañas. De un sueño, el ánimo ha retomado la carrera del entusiasmo. De un sueño, las lágrimas aún están húmedas en la almohada.
Se puede conocer la felicidad soñando y también quedarte la alegría, latiendo en la piel. Hay instantes que parecen no haberse ido tras las horas de descanso y sin embargo son solo sueños que han pasado mientras dormíamos. Por un sueño, la vida puede dar un vuelco y precipitar la realidad. Por un sueño, la conciencia puede adormecerse y quedar quieta ante la sorpresa. Vivir, es también un sueño.
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