jueves, 26 de marzo de 2015

"ESE SONIDO ", del libro "PAPÁ"

En terapia. Con los ojos abiertos. Tras su cama, varios aparatos con luces intermitentes, marcan sus pulsaciones. Reflejan el ritmo cardíaco. Nuestras miradas se balancean entre sus ojos y aquellas luces. Hay un sonido permanente que sale de ahí atrás. No se detiene. Indica que hay vida. Nuestros oidos se agudizan y se acostumbran a ese ruido que se ha transformado en una orquesta. Las miradas entrecruzadas, su voz y aquel sonido. Cuando papá duerme, el sonido persiste y en algún modo acompaña y sostiene nuestros miedos.
He vuelto a escuchar ese débil y persistente ruido, fuera del sanatorio. Lo he escuchado en la entrada de un garage. Detiene ahora mis pulsaciones. Las suyas ya no acompañan el ritmo del sonido. Sigue en mis oidos. Detiene mis latidos, ahora. El ruido no cesa. Quedo perpleja observando la luz que prende y apaga. Recuerdo el mismo sonido al lado de su cama y mi mirada nerviosa viajando desde la luz hacia sus ojos. Esta sensación me sucede ahora, cruzando esta entrada de autos. Hace frenar mis pasos. El sonido logra abstraerme y me lleva hacia el lado de la la cama en la que papá ya no está. Hace que mis ojos viajen hacia sus pestañas oscuras y que mi concentración sea absoluta en su parpadeo. Me pasa ahora, en esta vereda y el sonido me invade los sentidos hasta que vuelvo a recordar que papá ya no está en esa cama del sanatorio. Que ya no están sus ojos. Siento que tengo su última mirada, cuando escucho ese sonido.

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