martes, 17 de marzo de 2015

HILOS ENREDADOS

De todas las mañanas últimas y anteriores a aquella tarde, recuerdo una. Fue la primera vez en la que percibí que sus manos iban más allá de mis ideas. Los movimientos aumentaban a medida que las horas pasaban. Me laten aún los instantes en los que su mirada quedaba quieta, acariciando mis pensamientos. Reconocía los tonos y los tintes que iban cambiando en sus ojos, cuando mi voz desaparecía. Nunca había un momento que incomodara el silencio. Esa fue la tarde en la que supe que si yo no hablaba, la magia seguía viva. La emoción desbordaba por su hombro izquierdo, cuando tras una leve pausa, mi respiración tomaba el control del poco aire que me quedaba. Mover sus hilos, ya era algo que ni siquiera me planteaba. Las invisibles y delgadas cuerdas de nylon, parecían seguir el mandato de un ser superior. No era yo quién lo manejaba , ni era Dionisiano quién se movía. Aquella tarde, bailábamos sin música. Había un sonido que se volvía lejano y luego el eco que resonaba en los oidos, iba llegando hasta nuestros pies descalzos. Sin luces ni reflectores, su mirada destilaba un brillo que quedó después, atrapado en mi memoria.También quedó la huella de sus zapatillas azules, pisando mi recuerdo. Luego fueron sus dedos los que recorrieron mi espalda, en un cruce de hilos que nos dejó enredados entre aquella tarde y la que todavía no llega. Se volvió pasado para nacer en un presente y viajar hacia un futuro, que ya imagino sin hilos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario