domingo, 8 de marzo de 2015

SAN MARTÍN 375

Jugaba al solitario todas las tardes. Ponía las cartas en la bandeja y con muchos almohadones tras su espalda, en su cama, era la reina de la casa. Una casa con visitas y un zaguán. Tan pequeña ,con su rodete blanco y su sonrisa silenciosa, siempre estaba ahí. Acomodaba una y otra vez las cartas, levantando la mirada. Su cuarto, con la cama grande y el respaldo de madera. La puerta ventana daba al patio y ella miraba las plantas. En la mesita de luz tenía apoyada sus cosas. Una lupa, que luego usó abuela y que mamá lleva siempre en su cartera. La hora del té y también la siesta. Sobre sus hombros llevaba una mañanita que prendía con un broche. No la recuerdo caminando. Siempre en su cuarto sonriendo. A veces paso por su casa y me paro en la vereda y  pienso que " la abuelita" sigue ahí.

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