jueves, 13 de noviembre de 2014

VOZ SIN PALABRAS

Dionisiano tiene una sonrisa dibujada. Sus ojos parecen descansar en los míos, sin embargo solo yo lo miro. Él no sabe sostener una mirada ni mucho menos responder con un gesto a la mía. Siempre que muevo sus hilos hay algo en él que me conmueve. Tras ese movimiento en el que logro que su postura se vea cómoda y natural, un hilo queda quieto. Ése es el hilo que solo maneja Dionisiano. Sin moverse me anima a pensar que no son sus manos las que alcanzan el efecto. Dionisiano piensa y siente en cada uno de esos hilos que a simple vista lo manejan. Se deja mover. Puedo elegir el color de sus sombreros y  también el pañuelo de seda blanco que anudo en su cuello. En ese instante mis manos se detienen. No lo indica con miradas ni lo pide con su voz sin palabras. Dionisiano solo baja su cabeza, parece dormido. Entre sus ropas se asoma el hilo que solo él despliega.

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