martes, 13 de enero de 2015

PRISA DESCONOCIDA

El pasadizo que imaginaba tras las paredes de los pasillos de la infancia, se volvió real en una tarde del agosto que viví. Los libros estaban prolijamente ordenados en el estante de madera clara. Mi mirada estaba detenida en un libro de Hemingway. Fue en un instante y sucedió de un modo imperceptible. Las hojas comenzaron a bailar entre sus dedos y en el espacio vacío de la biblioteca, comenzó mi viaje.No había voces ni sonidos, solo una puerta a lo lejos, a la que quería llegar.La luz reflejaba sobre mis pasos apurados, llenos de una prisa desconocida y en búsqueda de la fantasía de la niñez. Mis manos sobre las paredes de colores, sostenían la angustia de aquello que quedaba atrás. Dos escalones sorprendieron repentinamente mi ritmo, anunciando la llegada.Los subí lentamente.La puerta ya no estaba allí. Me di vuelta, la niebla no me dejaba ver el pasado.El libro estaba sobre la mesa y el vacío del estante tenía su mirada.

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