miércoles, 21 de enero de 2015

SIN SOMBRA

Su remera blanca y la mirada de niño distraido, anunciaban mi llegada al mundo de sus hilos. Quizá la tarde que iba terminando, tal vez la madera clara de la mesa o algo que ya no recuerdo,empezaba a marcar las horas nuevas. No imaginaba mis manos, moviendo sus hilos. No pensaba siquiera en lograr su risa, con el hilo que permanecía quieto a su lado. Dionisiano solo miraba en una dirección. Pequeño y frágil, se volvía poderoso frente a la ventana por la que asomaba el sol. A veces el reflector amarillo lo iluminaba de costado y aún rodeado de gente y perdido entre los aplausos, nadie lograba hacerle sombra. Yo recorría el escenario inquieta, acompañando sus movimientos. Luego la sala quedaba vacía y el teatro apagaba las luces. Empezaba a latir el tiempo en el que los hilos dormían, mientras nosotros inventábamos otra tarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario