Salí a la calle distinta. Nadie vio la mirada, ni adivinó mi signo. Oculta,
riéndome de todo. Con zapatillas blancas, sin cordones por atar. Nadie
contrarió mis ideas. Ellas iban con anteojos, cruzando de veredas. En la plaza,
diferente .El pañuelo, como un velo, cubriendo la cabeza. Nadie me detuvo. Nadie
me saludó. Un grupo de bucles tomados al descuido, cayendo por la espalda. SIn
campera. Los hombros, sin protección. Caminé muchas cuadras sin que nadie
supiera, que era yo la que iba. Eran mis ojos los que miraban. Mi risa, la que
sonaba. En un callejón dejé los anteojos. Apoyé el pañuelo en un balcón
pequeño. Solté el pelo. Abrí una puerta y me quedé mirándote. No me reconociste
antes, menos ahí. Iba sin anteojos, sin pañuelo. No sabías quien era, igual. Miraba
parecido ¿Para vos, cambié? Las lágrimas se me siguen escapando a la misma
velocidad que las risas. El corazón late parecido y a veces, solo a veces, va mas
rápido ¿Para vos, cambié? Los minutos de aquel reloj que llevaba esa tarde han
dado miles de giros, en el tiempo. Me ves distinta. Tal vez las modas y el
calcio. Quizá la mesa completa. Puede ser que todo eso tenga que ver. Tu mirada
es diferente. Cuestiona la mía ¿Para vos, cambié? Mirame. Vamos a hablar. Sigo
siendo la misma. El gato ya no está.
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